He perdido el tiempo, y no puedo regresar.
II
Lo primero que hacemos al venir al mundo es soltar un llanto para unirnos a él, llanto que luego fragmentamos en palabras que depositamos sobre las teselas de cada objeto que se encuentra en este roto mundo. Quizá tengamos la suerte de oír un llanto, ya que el sentido del oír, cuando morimos, es el último en perderse.
III
¿Darán la cara los que han dado el culo?
IV
Me arranqué la piel a tiras, no poco a poco; al cabo quedé como un niño llorón. No gustó el espectáculo. Dijeron no fue juanramoniano. No fue inocencia, dijeron. Dijeron no fue strip-tease
V
¿Ves esta barriga tan redonda? Pues no es gordura, es amor a la vida.
VI
"Queríamos un hijo, pero al final preferimos tener coche" (El Roto)
VII
El cante jondo intelectual prefiere el "huy" al "ay".
VIII
Si los prebendados no se hubieran prevendido o no se prevendaran los ojos para permitir lo impermitible, no llegarían a ser lo que entonces no parecieron: prebandidos.
IX
El demonio lo resumió todo en un un palindromo: in girum imus nocte et consumimur igni. Damos vueltas en la noche y un fuego nos consume.
X
No te gusta lo que estás leyendo. Pues mira, majo, la cura de tu grave enfermedad sólo te la puede ofrecer el procedimiento del doctor Tarr y el profesor Fether.
XI
Dedicaré mi vida a cubrirte de baldón y vergüenza. ¿Sabes por qué, monada? Porque me da pena que no los tengas.
XII
NOSTALGIA DEL MAR EN MONGOLIA
No de Grecia hablo, cuna de la civilización, mas de Mongolia, que lo es de la barbarie. De allí partieron endémicas la peste y la rabia, huyendo por igual los rigurosos fríos de Siberia y los ardientes soles del Gobi. Alejado país: el que más del mar sobre el globo; océano es de tierra. Su única ciudad, camino costeado de casas, nómbrase Urga. Desfilan interminables por él sus gentes emigrantes. Alcanzó prohombre celebérrimo, el bárbaro Temujín, arquitecto de torres de cabezas cortadas y acuñador de un proverbio civilizado por los chinos: mátense niños, tálense huertos, quémense libros. Reino es este que no conoció jamás fronteras: lo demuestra un linaje todo de emperadores fracasado e inmolado tras sus murallas arrasadas, para descubrir, al cabo, ser esta la única república indestructible, la república de la estupidez.
XIII
Cual marioneta pendo de un interior cordaje de nervios y venas. El pensamiento y la vida representan la historia del hombre, desgarbada y sin gracia, en un tablado en el que el final ha sido ya escrito
XIV
De este mundo sacarás
lo que metas, nada más
XV
No te esfuerces, niña. A mí siempre me ha despreciado gente que valía menos que yo
XVI
Confucio: "...pues si tus males tienen remedio, ¿por qué preocuparse? Y si no lo tienen ¿para qué te vas a preocupar?". Y, además, qué coño importa.
XVII
Eres una mierda. Y ni siquiera una mierda consistente: pura diarrea.
XVIII
"Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe o rechina, cuerdas y arpas, timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco como sinfonía". Fernando Pessoa
La orquesta era famosa por su perfeccionismo. Esa tarde, en medio de una complicada sinfonía, una pálida trompeta rompió a tocar fuera del programa, débil primero, luego con más fuego, mientras los demás instrumentos seguían a una la misma pieza; un desconcierto creciente inundó a los profesores y al director; el público se inquietó en el patio de butacas; algo muy malo se podía ver en las caras de los que componían la sección de viento. Qué descaro el de la trompeta. Poco a poco los instrumentos empezaron a elevar el tono, intentando ocultar la fea disonancia del mambo solitario que seguía el trompeta en la melodía conjunta. Pero ese era un instrumento estridente y no deponía sus desvaríos: parecía haber enloquecido. Quizás había olvidado la partitura, o esta había volado empujada por un trombonazo de aire.
"Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe o rechina, cuerdas y arpas, timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco como sinfonía". Fernando Pessoa
La orquesta era famosa por su perfeccionismo. Esa tarde, en medio de una complicada sinfonía, una pálida trompeta rompió a tocar fuera del programa, débil primero, luego con más fuego, mientras los demás instrumentos seguían a una la misma pieza; un desconcierto creciente inundó a los profesores y al director; el público se inquietó en el patio de butacas; algo muy malo se podía ver en las caras de los que componían la sección de viento. Qué descaro el de la trompeta. Poco a poco los instrumentos empezaron a elevar el tono, intentando ocultar la fea disonancia del mambo solitario que seguía el trompeta en la melodía conjunta. Pero ese era un instrumento estridente y no deponía sus desvaríos: parecía haber enloquecido. Quizás había olvidado la partitura, o esta había volado empujada por un trombonazo de aire.
Y los demás instrumentos sonaban cada vez más coléricos; su música, además de bella, era ya realmente ensordecedora; los titánicos timbales estaban ya asustando con su bomboneo al público y las voces del coro hacían temblar los vidrios de la lámpara central del teatro. La pobre trompetilla no podía apenas escucharse a sí misma; se avergonzó de su falta de intensidad; empezó a sonar en sordina, dudó en los acordes, sincopó las frases y enmudeció.
Desde entonces, los instrumentos tocan concertados como uno solo y el público ya no debe esforzarse para oír y se relaja con aquellos dulcísimos compases, adormilado, incluso a pesar de ese maleducado aguafiestas que anda diciendo por ahí, qué cosas, que toda la música suena ahora a marcha fúnebre.
XIX
Variación sobre un soneto de Quevedo
Este es el expediente, esta la historia
de un hombre más a muerte condenado:
fue fruto de un ayer enamorado
ya podre es de los años su memoria.
Alegre alguna vez por esa gloria
fue, que engaña la espera del osado;
se lió, pero dice le han liado
y es ya casado y tira de la noria.
Un hijo tuvo que se queda en casa,
o pide discoteca y una moto,
en paro y viendo tele, porque pasa.
No queda ya esperanza, sino loto
y paga de ilusión, ya más que escasa,
y suponer aún que vale el voto
XX
Cabezones con alma de botija
clase media con mente de tercera
estudiantes que hacen la carrera;
mucho marica tierno y niña pija.
Cultura más difunta que canija
pandorga para memos, plaza hortera
donde toda esperanza desespera
y donde medra toda sabandija.
Allí donde Cervantes se ha olvidado
y donde el Ave, fénix, para y hoza
y es milagro follar, que no pecado;
donde el que más se aburre va y se empoza
y habita el madrileño más frustrado,
eso es Ciudad Real; ¿quién no la goza?
XXI
Ofrecía una vez a Salomón
el deseo Yahvé que más quisiese...
y Salomón pidió un café, que viese
hasta dónde llegaba su ilusión.
XXII
Ricardo afirma que no es machista, y para demostrarlo dice que nunca ha dicho, como el griego, que las mujeres tiene el cabello largo y las ideas cortas, sino que, a la manera de Sean Connery, él nunca ha humillado a las mujeres, sólo las ha abofeteado.
XXIII
Vendrá la muerte,
y abrirá todos los ojos
ciegos a su noche de granito
Vendrá la muerte,
y abrirá todos los ojos
ciegos a su noche de granito
XXIV
Quieren los gobiernos se diga la verdad en la declaración de la renta, como quieren los curas que se diga la verdad en los confesonarios. Quién sabe, supongo que será la misma verdad que se dice en los mítines o cuando se mendigan los votos a la distancia que dan las cámaras, los periódicos y los largos discursos de prosa de BOE que incomodan a los bárbaros de Cavafis. Que no haya corrupción es algo así como negar el segundo principio de la termodinámica.
XXV
Es comprensible que por una carroña se peleen dos monos, pero no es comprensible que habiendo carroña para dos se peleen de todas formas. Y, sin embargo, eso es lo que ocurre, por deporte moral. No me gusta demasiado el fútbol.
XXVI
Se han puesto de moda las religiones orientales. Son una especie de régimen de adelgazamiento espiritual para nuestras carnosas y materiales ambiciones. Un aspecto más de la existencia light.
XXVII
Se escribe en el Libro de Aleixandre que "debe de lo que sabe el hombre largo seer". El Poema de Gilgamesh empieza igual. Pero nuestros viejos sólo quieren hablar de su pensión.
XXVIII
Hace cinco mil años lo escribieron los egipcios: hay que preguntar al sabio, pero también al ignorante.
Hace cinco mil años lo escribieron los egipcios: hay que preguntar al sabio, pero también al ignorante.
XXIX
Oído al pasar: los dictadores, como los niños, no se sostienen solos.
XXX
Variación sobre otro tema de Quevedo
Jubilado, en la paz de esta excursión,
con poca pero justa pela junta
vivo en conversación con mi difunta
y robo las toallas y el jabón.
Que nunca fue tan calva la ocasión;
y se puede llevar la marabunta
de corruptos listillos la presunta
bondad de este sistema sin misión.
Me pongo ciego de televisión
y no hay partido que me pierda nunca;
sentido es de esta vida mi pensión.
Mi hijo no peleó en este follón;
levanté este país, y él va y lo trunca:
que pelee por mis nietos el cabrón.
XXXI
Sí, este epigrama va por ti, giliputiense. Pero no me voy a entretener contigo, ni creo que tengas la entidad suficiente para ser tema literario: sigue mirándote en el espejo. Igual, incluso alcanzas a ver algo.
Sí, este epigrama va por ti, giliputiense. Pero no me voy a entretener contigo, ni creo que tengas la entidad suficiente para ser tema literario: sigue mirándote en el espejo. Igual, incluso alcanzas a ver algo.
XXXII
Una flor reseca entre las páginas de un libro, descubierta de pronto bajo una terrible aurora que es acaso el crepúsculo: mi vida.
Una flor reseca entre las páginas de un libro, descubierta de pronto bajo una terrible aurora que es acaso el crepúsculo: mi vida.
XXXIII
Mañana será otro día
siempre la misma canción;
mañana es el mismo día
y hoy es otra la canción
XXXIV
Entreabrir las palabras para hurtar poesía; entreabrir las personas para hacerlas sonreír; entreabrir el mundo para extraer más palabras
Entreabrir las palabras para hurtar poesía; entreabrir las personas para hacerlas sonreír; entreabrir el mundo para extraer más palabras
XXXV
Una novia es como un dulce de merengue blanco para el novio, un confite servido de más sobre la mesa del banquete de bodas y de bobos, una montaña de dulzura tediosa
XXXVI
Te cagas en mi padre, que menos mal es lavable, y me llamas maricón cuando tu madre se encuentra sin duda mejor informada, hijo.
XXXVII
Los hombres son transitivos y las mujeres copulativas.
XXXVIII
Los hombres son transitivos y las mujeres copulativas.
XXXVIII
Ciertamente, estamos hechos el uno contra el otro.
XXXIX
Transforma tu resentimiento en reconocimiento.
XL
"Que no se mueva, que no se note y que no traspase". "Finas y seguras". Así insinúan que son las mujeres los que anuncian compresas: más falsas que Judas, más castrantes que Cibeles y más secas y distantes que Anaxárete. Evidentemente, no hay que decir a sus pobres madres que quienes ejercen tales opiniones sobre las mujeres son sus hijos, creativos publicitarios: ellas piensan que trabajan de pianistas en un burdel.
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