sábado, 8 de septiembre de 2007

Vesti la giubba

De nuevo empieza el curso, y uno tiene que vestirse de alguien para decir lo de siempre. Debía haber, para tomar el sitio de los maestosos crisantemos, un cardo borriquero con el nombre de siempremuerta. No hay peor destino para una flor que el de perfumar sepulcros, los sepulcros blanqueados, que decía Jesucristo. Dejarse la piel del alma a tiras, salir con los sangrantes músculos al aire, tomar el sol de un microondas. Un diamante es duro, nada lo raya, pero una simple cerilla lo puede quemar. Así ha sido y así siempre será.

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