Llueve todo el santo día. Las setas estarán contentas, como dice el padre Fortea. Nunca llueve a gusto de todos, pero sí a gusto de las setas. Es fabuloso poder pasear por campos de verde césped, haciendo ejercicio y respirando el aire puro que todavía nos dejan respirar. Oír el sonido del aire, de las hojas y del agua. Ver como cambia la forma de las nubes, escribiendo un idioma que sólo entiende la eternidad.
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