Manolis Glezos, Miembro del Parlamento Europeo por Syriza, héroe de la Resistencia Griega durante la IIGM, "En Grecia, el pueblo es la medida", en Huffington Post, 5/07/2015:
"El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son". -- Protágoras.
Sobre estos principios se construyó la democracia hace 2500 años. La democracia nació de la necesidad. Necesidad de liberación de unos regímenes tiránicos. Necesidad de liberación del ser humano después de siglos de oligarquía, absolutismo, oscurantismo. Durante los siguientes 2500 años los contratiempos fueron innumerables. Algunos regímenes se referían a sí mismos como democracias, pero sólo usaban esta máscara para imponer su absolutismo.
Estos enemigos sembraron dictaduras económicas, políticas, medioambientales, en nombre de la democracia. El actual Gobierno griego, que fue resultado de las elecciones del 25 de enero, también nació de la necesidad, la del pueblo griego de deshacerse de unas políticas que convertían el dinero en algo santo y sagrado.
En defensa de los balances económicos, el Gobierno anterior descartó de sus cuentas, como si de ridículas cifras se trataran, a las personas y sus necesidades.
El Gobierno actual nació de la necesidad de más democracia, de la necesidad de políticos para los que las personas sean la medida.
Por esta necesidad de expresión democrática, el Gobierno anunció un referéndum para este 5 de julio. En un momento crítico, el Gobierno decidió hacer algo obvio: pidió al pueblo griego que juzgara al mismo Gobierno, que le diera una dirección y lo recompensara o lo criticara.
Por desgracia, ya se han escuchado voces de políticos al servicio de los acreedores que han denominado a este referéndum como golpe de estado.
La elección se ha dejado en manos de las personas, aunque los críticos lo llaman a esto "división". El referéndum es una opción que ellos mismos nunca se atrevieron a ofrecer. Para ellos es suficiente con un voto basado en el chantaje, para que así puedan decidir en nombre de todo el mundo y sobre todas las cosas.
"Somos Europa", se les escucha gritar. Sí, Europa es quien lleva a cabo referéndums algunas veces por temas triviales, tan triviales que en la Grecia posdictatorial ni siquiera aparecen en los titulares.
El pueblo griego ha hablado en muchas ocasiones durante los cinco años del memorándum de austeridad. Han sangrado, han inhalado productos químicos, se han visto las caras con la violencia y las burlas del personal político que, desde hace ya cuatro décadas, ha usado el poder de muchas formas, pero nunca de acuerdo al principio de que "la medida de todas las cosas son las personas".
En los últimos cinco años, los griegos han sufrido la negligencia de este sistema político particular y han expresado su necesidad de respirar libertad. Y por fin han decidido hacerlo. Pero ahora tienen que ver cómo su decisión no es aceptada por esa misma estructura política. ¿Qué importancia tiene que el pueblo europeo se rebele? Toda.
El menosprecio que, a diario, cultivan los partidos de la oposición y el sector privado contra el pueblo griego es intenso y degradante. En esta hora de la más crucial de las batallas, ese desprecio se desvela como contrario a los propios intereses del país y los intereses de sus gentes. Desencadena un ataque cuyo objetivo es aterrorizar a las personas. Invoca las intervenciones de extranjeros, intenta que cundan el miedo y el pánico y que el problema se desarrolle en nuevos niveles.
Como respuesta a nosotros el pueblo, no hemos escuchado ni una palabra sobre la austeridad sufrida, sobre el desempleo, la malnutrición, la migración de los jóvenes al extranjero, los miles de suicidios por razones económicas. En lugar de eso, lo único que hemos escuchado es que el sistema bancario continúa desprotegido.
Los defensores de la Troika se han puesto al descubierto. No están interesados en el pueblo griego; están inquietados por el sistema bancario. Escuchamos opiniones del tipo "Los bancos son la columna vertebral de la economía nacional". Pero no escuchamos ni una palabra de preocupación por el sufrimiento del pueblo de Grecia.
El pueblo griego, no obstante, ya sabe lo que tiene que hacer.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno
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