Carmen Rivero Iglesias hizo unta tesis sobre Don Quijote en la cultura alemana. No sorprende ya su influjo, sino lo desconocido que es en nuestro país. Muchas de esas obras quijotescas no se han traducido todavía. Me refiero, por ejemplo, a obras como Der teutsche Quichotte oder die Begebenheiten des Marggraf von Bellamonte (1753) de Wilhelm Ehrenfried Neugebauer, Antons Pansa von Mancha Abhandlungen von Sprichwörtern (1755) del satírico Swift alemán Gottlieb Wilhelm Rabener o el Wendelin von Karlsberg oder Don Quixott des achtzehnten Jahrhunderts (1789) de Johann Gottlob Schulz, por citar solo algunos de los textos más interesantes. Ya solo es una curiosidad el cervantismo de Christoph Martin Wieland , quien escribió su propio Quijote en su Die Abenteuer des Don Sylvio von Rosalva (1764), y de su amigo Johann Wolfgang von Goethe, cuya obra, según hace ver Rivero Iglesias a partir de sus interpretaciones del Werther, del Wilhelm Meister y de las Wahlverwandtschaften, presenta más huellas cervantinas de lo que se solía pensar. Gran parte de la hispanofilia alemana se debe precisamente al rechazo de Francia, porque Francia era el prisma a través del cual se difundía la percepción negativa del mundo hispánico.
Por otra parte, la reciente tesis de Alfredo Moro Martín Transformaciones de la novela cervantina en la novela inglesa y alemana del siglo XVIII nos descubre que, aparte del influjo evidente y confesado de Cervantes en el Henry Fielding de Joseph Andrews, Tom Jones y Agathon, y en la formación de la primera novela histórica por Walter Scott, su Waverley, or tis Sixty Years since (1814), la obra de Cervantes fue esencial para constituir otro género novelístico moderno, la novela de formación o bildungsroman. "Por lo general, la influencia de Cervantes en la literatura europea se ha dejado sentir sobre todo a través de la figura de su protagonista, quien, dependiendo del momento histórico y del prisma con el que ha sido observado, ha sido considerado como un personaje ridículo, símbolo de la perniciosa influencia que la mala literatura puede tener sobre la mente humana; o bien como un idealista demasiado noble para un mundo degenerado, como compendio de las características ideales del ser humano ya obsoletas en una realidad que difícilmente da cabida a estas. No resulta sorprendente, pues, que la mayoría de los estudios dedicados a la influencia de Cervantes y su Quijote en la literatura europea se hayan centrado fundamentalmente en esta primera lección que Cervantes nos ofrece. Los estudiosos han buscado afanosamente trazos de la figura quijotesca en los distintos protagonistas de un buen número de novelas europeas, y un claro ejemplo de esta tendencia lo constituye la obra del propio Welsh, Reflections on the Hero as Quixote (1981), que encuentra claros rastros de la influencia de la figura quijotesca en ejemplos que van de las letras británicas a la literatura rusa, del Abraham Adams de Henry Fielding al Lev Nikoláievich Mishkin de Fiódor Dostoievski. Menos habituales han sido los trabajos dedicados al estudio de la influencia del método novelístico que Cervantes inaugura en el Quijote. Robert Alter, en su magnífica obra Partial Magic (1975) situaba a la novela cervantina como el origen de una tradición novelística profundamente consciente de su propio estatus como ficción, mientras que Walter L. Reed, en An Exemplary History of the Novel: The Quixotic Versus the Picaresque (1981), establecía la noción de una tradición quijotesca de la novela, idea retomada por Stephen Gilman en su The Novel According to Cervantes (1989), donde acuñaba el concepto de tradición cervantina, mediante el que subrayaba la importancia de establecer un corpus de novelas deudoras del magisterio novelístico cervantino. En lo que respecta a las dos literaturas de las que trata este estudio, la literatura en lengua inglesa y la literatura en lengua alemana; y al momento histórico del que nos ocuparemos, el siglo XVIII, son varios los trabajos que han evaluado el impacto del Quijote en la escritura novelística de ambas literaturas. En el ámbito anglosajón los intentos pioneros fueron llevados a cabo por M. Patterson con su tesis doctoral Early English Novels Imitating Don Quixote, defendida en la Universidad de Oklahoma en 1975; por Michael Craddock, con su trabajo The Windmill and the Giant. Don Quixote and the Eighteenth-Century English Novel, una tesis doctoral presentada en la Universidad de York en 1989; y finalmente por Pedro Javier Pardo, que en su magnífica tesis doctoral titulada La tradición cervantina en la novela inglesa del siglo XVIII, publicada por la Universidad de Salamanca en 1997 y con la que este estudio posee una importante deuda, trazó la importancia fundamental que el modelo cervantino tiene en el nacimiento de la novela moderna en el Reino Unido. En cuanto a Alemania, los estudios dedicados a la influencia el Quijote en la novela alemana del XVIII son aún más escasos. En 1908, Tjard W. Berger publicaba una monografía sobre la relevancia del Quijote en la novela alemana de los siglos XVII y XVIII, titulada Don Quixote in Deutschland und sein Einfluß auf den deutschen Roman. La obra de Berger, pionera pero plagada de inexactitudes, no ha encontrado replica hasta los excelentes estudios de Jacobs (1992) y de Carmen Rivero (2011), que tratan la recepción del Quijote en la novela alemana del XVIII únicamente de manera parcial, dado que ambos trabajos cuentan con una naturaleza más amplia y tratan de evaluar el impacto del Quijote en el siglo XVIII de manera global, y no solamente en el género novelesco".
Por otra parte, la reciente tesis de Alfredo Moro Martín Transformaciones de la novela cervantina en la novela inglesa y alemana del siglo XVIII nos descubre que, aparte del influjo evidente y confesado de Cervantes en el Henry Fielding de Joseph Andrews, Tom Jones y Agathon, y en la formación de la primera novela histórica por Walter Scott, su Waverley, or tis Sixty Years since (1814), la obra de Cervantes fue esencial para constituir otro género novelístico moderno, la novela de formación o bildungsroman. "Por lo general, la influencia de Cervantes en la literatura europea se ha dejado sentir sobre todo a través de la figura de su protagonista, quien, dependiendo del momento histórico y del prisma con el que ha sido observado, ha sido considerado como un personaje ridículo, símbolo de la perniciosa influencia que la mala literatura puede tener sobre la mente humana; o bien como un idealista demasiado noble para un mundo degenerado, como compendio de las características ideales del ser humano ya obsoletas en una realidad que difícilmente da cabida a estas. No resulta sorprendente, pues, que la mayoría de los estudios dedicados a la influencia de Cervantes y su Quijote en la literatura europea se hayan centrado fundamentalmente en esta primera lección que Cervantes nos ofrece. Los estudiosos han buscado afanosamente trazos de la figura quijotesca en los distintos protagonistas de un buen número de novelas europeas, y un claro ejemplo de esta tendencia lo constituye la obra del propio Welsh, Reflections on the Hero as Quixote (1981), que encuentra claros rastros de la influencia de la figura quijotesca en ejemplos que van de las letras británicas a la literatura rusa, del Abraham Adams de Henry Fielding al Lev Nikoláievich Mishkin de Fiódor Dostoievski. Menos habituales han sido los trabajos dedicados al estudio de la influencia del método novelístico que Cervantes inaugura en el Quijote. Robert Alter, en su magnífica obra Partial Magic (1975) situaba a la novela cervantina como el origen de una tradición novelística profundamente consciente de su propio estatus como ficción, mientras que Walter L. Reed, en An Exemplary History of the Novel: The Quixotic Versus the Picaresque (1981), establecía la noción de una tradición quijotesca de la novela, idea retomada por Stephen Gilman en su The Novel According to Cervantes (1989), donde acuñaba el concepto de tradición cervantina, mediante el que subrayaba la importancia de establecer un corpus de novelas deudoras del magisterio novelístico cervantino. En lo que respecta a las dos literaturas de las que trata este estudio, la literatura en lengua inglesa y la literatura en lengua alemana; y al momento histórico del que nos ocuparemos, el siglo XVIII, son varios los trabajos que han evaluado el impacto del Quijote en la escritura novelística de ambas literaturas. En el ámbito anglosajón los intentos pioneros fueron llevados a cabo por M. Patterson con su tesis doctoral Early English Novels Imitating Don Quixote, defendida en la Universidad de Oklahoma en 1975; por Michael Craddock, con su trabajo The Windmill and the Giant. Don Quixote and the Eighteenth-Century English Novel, una tesis doctoral presentada en la Universidad de York en 1989; y finalmente por Pedro Javier Pardo, que en su magnífica tesis doctoral titulada La tradición cervantina en la novela inglesa del siglo XVIII, publicada por la Universidad de Salamanca en 1997 y con la que este estudio posee una importante deuda, trazó la importancia fundamental que el modelo cervantino tiene en el nacimiento de la novela moderna en el Reino Unido. En cuanto a Alemania, los estudios dedicados a la influencia el Quijote en la novela alemana del XVIII son aún más escasos. En 1908, Tjard W. Berger publicaba una monografía sobre la relevancia del Quijote en la novela alemana de los siglos XVII y XVIII, titulada Don Quixote in Deutschland und sein Einfluß auf den deutschen Roman. La obra de Berger, pionera pero plagada de inexactitudes, no ha encontrado replica hasta los excelentes estudios de Jacobs (1992) y de Carmen Rivero (2011), que tratan la recepción del Quijote en la novela alemana del XVIII únicamente de manera parcial, dado que ambos trabajos cuentan con una naturaleza más amplia y tratan de evaluar el impacto del Quijote en el siglo XVIII de manera global, y no solamente en el género novelesco".
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