Los ingleses se llevan la palma en impuestos raros.
Las chimeneas tienen su impuesto: durante 29 años (1660-1689) los ingleses debían pagar dos chelines por casa y año. Para sortearla, construían falsos muros para esconderlas.
Las ventanas y puertas también tributan.
En 1696 las ventanas también tributaban. En realidad es sobre los hogares, pero aquellos con más ventanas pagan más. Raudos, los habitantes las tapian para pagar menos. Como efecto secundario, las casas se ventilan peor y las enfermedades se propagan más. Sobrevivió hasta 1851, nada menos que 155 años.
En 1784, el premier William Pitt debe sufragar una nueva guerra en un entorno deficitario: las colonias americanas se han rebelado. Crea un impuesto a los ladrillos de las casas. Cuatro chelines por cada mil que tenga la vivienda. La respuesta de las fábricas es hacerlos más grandes. Los habitantes de las casas, por su parte, empiezan a construir más con madera, lo que provoca un aumento de los incendios.
Algo que también estuvo sujeto a impuestos fue la barba. En el siglo XVI el rey inglés Enrique VIII decretó que los hombres que no se afeitaran durante dos semanas debían pagar impuestos por razones de higiene. Unos siglos más tarde, el zar de Rusia también decretó que los hombres que llevaran barba debían pagar impuestos, algo que causó polémica. Finalmente, los ortodoxos estuvieron exentos del pago de ese impuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario