sábado, 7 de febrero de 2009
El fantasma y la señora Muir
O un clásico ignorado (1947). En esta película se logra la rara y afortunada conjunción de todas las facetas del arte que da lugar a la poesía. Y la poesía es la varita mágica capaz de crear islas de imaginación que, como pompas de jabón del espíritu, son capaces de perdurar en los intersticios del tiempo sin morir nunca, pase lo que pase. Esa es la esencia de lo clásico. Rex Harrison como el fantasma del capitán de barco, Gene Tierney como la señora Muir, una Natalie Wood de ocho años, una música inasible y sobrenatural de Bernard Herrmann, una fotografía de Charles Lang extraída de esa hora del crepúsculo en que la luz se iguala a las sombras y todas las cosas parecen perder su contorno definido, el amor más allá del tiempo y de todo... Y la batuta de ese enamorado de la literatura, Joseph L . Mankiewicz, para dirigirlo.
Qué gran película, y, sobre todo, si la has visto con ojos de niño, como yo.
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