De Carrascal, que de vez en cuando dice cosas interesantes:
Los españoles nos creíamos ricos sin serlo realmente. No sólo nos creíamos, sino que vivíamos como ricos. ¿Y qué es vivir como ricos?, me preguntarán ustedes. Pues gastar en cosas superfluas, en cosas no absolutamente necesarias. Por ejemplo, una segunda vivienda en la playa o montaña. O viajar al extranjero. O los cafetitos a media mañana. O las minivacaciones en navidad, semana santa o incluso los «puentes». Los españoles nos hemos acostumbrado a ello en pocos años, convirtiendo en parte integrante de nuestras vidas. Sin serlo realmente.
Aunque donde el gasto más se ha disparado es en nuestras tres administraciones, a cual más rumbosa. Acaba de hacerse públicas las cuenta de las autonomías, con un agujero de 107.624 millones de euros, desde los 739 de La Rioja a los 30.304 de Cataluña. Lo que ha hecho surgir la duda de si podrán devolverlos. Eso sí, con palacios de congresos, polideportivos, festejos, subvenciones de todo tipo en todas partes. Todos nuestros problemas vienen de ahí: de creernos ricos sin serlo.
El New York Times publicaba ayer en primera página un artículo escalofriante sobre las «gost towns», las ciudades fantasmas en torno a las urbes españolas, recién construidas y deshabitadas por no encontrar comprador, sin que los que compraron pisos puedan pagar la hipoteca. Lo que significa que, en realidad, pertenecen a los bancos. ¿Cuál es el agujero de los bancos españoles por dichas hipotecas incobrables?, se pregunta el periodista norteamericano. Nadie lo sabe porque bancos y cajas de ahorro ocultan esos números
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