"En la década de los 70, un grupo de expertos en Desarrollo Económico y en Finanzas, en Asia y en América Latina, rompieron con los axiomas establecidos hasta esos momentos y pusieron en marcha un nuevo paradigma de financiación para el desarrollo: los programas de microcréditos. Mientras los bancos comerciales prestaban dinero a las personas más pudientes, las instituciones microfinancieras (IMF) comenzaron a prestar a los más desfavorecidos. Y mientras los primeros se concentraban en las grandes urbes y tenían como clientes principales a hombres poderosos, las IMF se instalaron en zonas rurales y apostaron por las mujeres.
La finalidad de los microcréditos era romper el circulo vicioso de la pobreza, una teoría enunciada por el economista Ragnar Nurkse (1907-1959). Afirma que las personas más pobres están sumidas en un camino sin salida -círculo vicioso- porque destinan sus pequeños ingresos enteramente al consumo, por lo que no tienen ninguna capacidad de ahorro ni de inversión, lo que limita sus posibilidades de incrementar su renta en un futuro. La única forma de romper este círculo es con una inyección externa de capital. Pero había un problema, que aún perdura. Estas personas están excluidas de los bancos."
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