José Andrés Rojo, "El bicho de Kafka
cumple un siglo" El País, 9_IV-2015:
Se celebra el
centenario de la edición de ‘La metamorfosis’
Nuevas versiones
llegan estos días a las librerías
El 22 de noviembre
de 1912 Max Brod, el amigo íntimo que desobedeció la orden de Franz
Kafka de quemar todos sus escritos cuando hubiera muerto, le escribió
a Felice Bauer, la entonces novia del escritor. Intentó explicarle
que el autor pasaba una mala época y que sus padres no eran
conscientes de que para un ser excepcional como él “son necesarias
condiciones igualmente excepcionales con objeto de que su delicada
espiritualidad no se marchite”.
Ese ser excepcional,
frágil, tremendamente nervioso, y básica y fundamentalmente
obsesionado con la escritura, redactó entre el 17 de noviembre y el
7 de diciembre de 1912 una de las obras maestras de la literatura de
todos los tiempos. Se publicó unos años después, en 1915, así que
toca celebrar un siglo de vida de aquella singular historia que se
inicia cuando el viajante de comercio Gregor Samsa, “tras despertar
de un sueño intranquilo”, descubrió que se había transformado en
“un monstruoso bicho”. La editorial Nórdica ha aprovechado la
ocasión para estrenar una nueva traducción, de Isabel Hernández,
en un volumen que ha ilustrado Antonio Santos, con prólogo de Juan
José Millás y que ha optado por titular La metamorfosis. Navona se
ha decantado en cambio por La transformación, y de llevar la
narración del alemán al español se ha ocupado Xandru Fernández.
Kafka (1883-1924)
había conocido a Felice en agosto de 1912 y en septiembre le
escribió la primera carta. El 1 de noviembre ya le dejaba
perfectamente claro cuál era su mayor obsesión: “Mi vida, en el
fondo, consiste y ha consistido siempre en intentos de escribir, en
su mayoría fracasados. Pero el no escribir me hacía estar por los
suelos, para ser barrido”. Por entonces estaba trabajando en una
novela, que Brod publicaría con el título de América. Pero se
había atascado. Como a Felice le daba cumplida cuenta de todo lo que
le ocurría, el 17 de ese mismo mes le anunció que se le había
ocurrido un cuento que lo llevaba asediando desde “lo más hondo”
de sí mismo.
El autor escribió
su historia en 21 días de finales de 1912 y la publicó en 1915.
Lo sorprendente de
esta singular historia es la naturalidad con la que Gregor se toma su
transformación. Las cosas han cambiado, parece que no lo entienden
cuando se dirige a sus padres y a su hermana, va a llegar tarde al
trabajo, no sabe muy bien todavía cómo va a bajar de la cama para
ponerse en marcha, tiene un molesto dolor en el costado y cuando lo
toca con una de sus patas siente escalofríos. Pero, en fin, Gregor
es consciente de que algo tendrá que hacer, y se aplica a ello.
“También al héroe
de mi cuento le han ido hoy las cosas excesivamente mal”, le contó
Kafka a Felice en una carta del 23 de noviembre de aquel año. Le
acababa de advertir que el cuento le daría “un miedo
espeluznante”. El 24 insiste: “Mi amor, pero qué extremadamente
repulsiva es la historia que acabo de apartar a un lado para
recuperarme pensando en ti. Ha avanzado ya hasta un poco más de la
mitad, y en conjunto no estoy descontento de ella, pero en cuanto a
nauseabunda, lo es de un modo ilimitado, y cosas como esas, te das
cuenta, provienen del mismo corazón en el que tú habitas y toleras
como morada”.
Kafka seguramente
tenía razón cuando hablaba así de su pieza, pero lo paradójico
del asunto, como ocurre con casi todo en su obra, es que el relato
está también atravesado por un sutil humor y que habrá algunos a
los que, más que miedo, lo que les inspira el viajante de comercio
convertido en escarabajo es una tremenda ternura, simpatía,
complicidad incluso. ¿De qué habla, en realidad, este cuento?
El responsable de la
edición de las obras completas de Kafka en español, Jordi Llovet,
ha escrito que hay algo esencial en su arte narrativo: “El sentido
literal de un relato no es más que un armazón que sugiere, sino
fuerza, una actividad interpretativa; y esa actividad no es sólo
laberíntica, sino interminable”. Tiene razón, al mismo tiempo que
se va leyendo la narración, van surgiendo hipótesis muy diferentes
sobre el sentido de lo que cuenta. Hay, pues, muchas interpretaciones
posibles. Y todas, además, perfectamente discutibles. Nabokov se
enfadaba con aquellos que decían que el bicho era “muy apropiado
para caracterizar el sentimiento de inutilidad frente al padre”:
“Me interesan las chinches, no las chinchorrerías; así que
rechazo esta clase de disparates”.
Eso sí, Kafka
velaba constantemente por todos los detalles. Cuando el relato iba a
publicarse en 1915, y supo que llevaría alguna ilustración,
escribió de inmediato a los editores: “Resulta que se me ha
ocurrido, dado de que Starke será realmente el ilustrador, que quizá
esté en su deseo querer dibujar el mismísimo insecto. ¡Esto no,
por favor! El insecto mismo no debe ser dibujado. Ni tan solo debe
ser mostrado desde lejos...”. Conviene decir que en las
ilustraciones de Antonio Santos del nuevo libro de Nórdica, el bicho
no aparece por ninguna parte.
¿‘La
transformación’ o ‘La metamorfosis’?
Franz Kafka tituló
su narración Die Verwandlung, cuya traducción literal es La
transformación. Era un tipo extremadamente meticuloso, obsesivo
incluso, con la utilización de las palabras, le interesaba su
precisión y que dijeran exactamente lo que dicen. Así que no
utilizó el término Metamorphose, que también existe en alemán y
que acota el significado más general de “transformación” al
referirlo específicamente al cambio que se produce cuando los seres
humanos se convierten en animales, plantas, manantiales, etcétera.
“Yo traduje el
libro de cuentos cuyo primer título es La transformación, y nunca
supe por qué a todos les dio por ponerle La metamorfosis”, explicó
Jorge Luis Borges en una entrevista publicada en EL PAÍS el 3 de
julio de 1983. “Es un disparate. Yo no sé a quién se le ocurrió
traducir así esa palabra del más sencillo alemán. Cuando trabajé
con la obra, el editor insistió en dejarla así porque ya se había
hecho famosa y se la vinculaba a Kafka”.
En el tercer volumen
de las obras completas de Kafka que ha publicado Galaxia Gutenberg,
se explica en las notas que el título procede seguramente de una
precoz traducción (anónima) que se hizo de la narración en 1925 en
Revista de Occidente. Fue ahí donde se tituló La metamorfosis.
Sigue todavía teniendo fortuna.
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