Cuando se lee esta pieza clásica algunos versos quedan sonando para siempre y son reelaborados por la tradición:
Heard melodies are sweet, but those unheardBeauty is truth, truth beauty
Ode on a Grecian Urn
- Thou still unravish'd bride of quietness,
Thou foster-child of silence and slow time,
Sylvan historian, who canst thus express
A flowery tale more sweetly than our rhyme:
What leaf-fringed legend haunts about thy shape?
Of deities or mortals, or of both,
In Tempe or the dales of Arcady?
What men or gods are these? What maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
What pipes and timbrels? What wild ecstasy?
- Heard melodies are sweet, but those unheard
Are sweeter: therefore, ye soft pipes, play on;
Not to the sensual ear, but, more endear’d,
Pipe to the spirit ditties of no tone.
Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
Thy song, nor ever can those trees be bare;
Bold Lover, never, never canst thou kiss,
Though winning near the goal—yet, do not grieve;
She cannot fade, though thou hast not thy bliss,
For ever wilt thou love, and she be fair!
- Who are these coming to the sacrifice?
To what green altar, O mysterious priest,
Lead’st thou that heifer lowing at the skies,
And all her silken flanks with garlands drest?
- Thou, silent form, dost tease us out of thought
As doth eternity: Cold Pastoral!
When old age shall this generation waste,
Thou shalt remain, in midst of other woe
Than ours, a friend to man, to whom thou say'st,
"Beauty is truth, truth beauty," —that is all
Ye know on earth, and all ye need to know.
Oda a una urna griega
Tú, aún virgen esposa de la serenidad,
infante nutrido de silencio y tiempo,
surgida del bosque nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que se ven en el Tempe o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas o qué hombres? ¿Qué doncellas reacias?
¿Qué rapto apasionado? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, esos tamboriles, ese salvaje frenesí?
Si las melodías oídas son dulces, más lo son las no oídas;
sonad por eso, tiernas zampoñas,
no ya a los sentidos, sino más exquisitas
tocad al espíritu músicas calladas.
Bello doncel: bajo los árboles tu canto
ya no puedes dejar como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante: nunca, jamás podrás besarla,
aunque casi la alcances; mas no desesperes:
mustiarse no puede si no calmas tu ansia,
¡serás siempre su amante, y ella bella para siempre!
¡Dichosas, ah, dichosas las perennes ramas de las hojas
que no despedirán jamás la primavera!
Y tú, feliz músico, que, sin fatiga,
modulas perdurables tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, todavía aun más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
anhelante por siempre y para siempre joven;
¡cuán superior a la pasión del hombre
que en pena dejó el corazón hastiado
y garganta y frente abrasadas con ardores!
¿Quiénes serán estos que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso sacerdote,
llevas esa ternera que muge hacia los cielos,
sus suaves lomos cubiertos de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la orilla del río o del mar,
erguida en la montaña se clama ciudadela
y está vacía de gentes esta sacra mañana?
¡Oh pequeño pueblo! Por siempre silenciosas
tus calles quedarán, y ni un alma que sepa
por qué estás desolado podrá nunca volver.
de hombres y doncellas cincelada
con ramas de floresta y pisadas hierbas!
¡Tú, forma callada, tu enigma excede nuestro pensar
como la eternidad misma! ¡Oh fría pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los humanos, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»... Nada más
se sabe en esta tierra, y no más hace falta.
Otra traducción mucho más feliz y lograda:
¡Oh tú, inviolada novia del reposo! |
Tú, hija del Silencio y el espacioso Tiempo, |
historiadora rústica que sabes expresar |
un cuento de un modo más dulce que esta rima. |
¿Qué leyenda ornada de hojas te rodea |
de dioses o mortales, o se trata de ambos, |
en Tempe o los valles de la Arcadia? |
¿Qué hombres o dioses esos? ¿Qué reacias doncellas? |
¿Qué búsqueda insensata? ¿Qué esfuerzo por huir? |
¿Qué caramillos y panderos? ¿Qué éxtasis? |
Melodías que han sido escuchadas son dulces, |
inauditas son más: sonad pues, caramillos, |
pero no en el oído, sino más seductores, |
tocad para el espíritu cancionetas sin tono. |
Hermosísima joven, nunca cesa tu canto |
debajo de esos árboles que no pierden sus hojas; |
intrépido amante, nunca logras tu beso |
aun estando tan cerca; pero no te lamentes, |
ella no ha de esfumarse aunque no halles tu dicha, |
¡amarás para siempre y será siempre hermosa! |
Felicísimas ramas que ni aun despediros |
podéis de vuestras hojas ni de la primavera; |
y músico feliz que incansable interpretas |
para siempre canciones nuevas ya para siempre; |
¡amor más que feliz!, ¡más que feliz amor!, |
para siempre cálido y presto a ser disfrutado, |
para siempre anhelante y para siempre joven. |
Aquí todo respira pasión sobrehumana |
que deja el corazón apenado y ahíto, |
abrasando la frente y la lengua reseca. |
¿Quiénes son los que vienen hacia el sacrificio? |
¿A qué verde altar, extraño sacerdote, |
guías esa novilla que muge a los cielos |
con sus sedosos flancos ornados de guirnaldas? |
¿Qué pueblecillo próximo a un río o al mar, |
o alzado en la montaña con su alcázar pacífico, |
se vacía de gente esta pía mañana? |
Pueblecillo, tus calles en silencio |
estarán para siempre y ni un alma que diga |
por qué estás tan desierto ha de tornar. |
¡Oh pieza ática! ¡Qué bellamente |
dispones sobre el mármol excelentes varones |
y labradas doncellas junto a hierbas y ramas! |
Tú excedes, callada forma, al pensamiento |
como la eternidad. ¡Oh fría Égloga! |
Cuando la edad consuma esta generación |
continuarás en medio de otro dolor que el nuestro |
como amiga del hombre al que dices: |
"la belleza es verdad, la verdad es belleza; |
esto es cuanto sabes y saber necesitas". |
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