miércoles, 24 de noviembre de 2010

Belleza de las tormentas

Veo a la gente, o más bien a la turba ronca y amarilla (Quevedo), muy quemada ahora que el cierzo y el ábrego porfían, (fray Luis dixit), más o menos como estaba yo hace unos años. Pero ahora siento que mi llama podría nadar l'agua fría, y hasta me apropiaría las palabras del gran Lucrecio en el prologuillo al segundo libro de su De rerum natura:


Suave, mari magno turbantibus aequora ventis
e terra magnum alterius spectare laborem;
non quia vexari quemquamst iucunda voluptas,
sed quibus ipse malis careas quia cernere suavest.
suave etiam belli certamina magna tueri
per campos instructa tua sine parte pericli;
sed nihil dulcius est, bene quam munita tenere
edita doctrina sapientum templa serena,
despicere unde queas alios passimque videre
errare atque viam palantis quaerere vitae,
certare ingenio, contendere nobilitate,
noctes atque dies niti praestante labore
ad summas emergere opes rerumque potiri.

"Place, cuando los vientos agitan el vasto océano, desde la tierra mirar el de otros trabajo, no porque satisfaga que sufra alguno, sino porque es grato ver qué males uno no tiene; trabados también los grandes combates de la guerra por la llanura, mirarlos sin que entres tú en el estrago es grato también; mas nada mejor que, ricos de fuerzas y abastos, morar en templos tranquilos erguidos por la enseñanza de los sabios, desde donde puedas mirar a los otros y verlos abajo errantes en vida, vagando sin tino ni camino, buscando rivalizar en mañas, competir en nombre y rango, inquirir noches y días el favor de los altos, encaramarse a la cumbre de la riqueza y tomar el poder del estado."

Con esto último Lucrecio aludía sin duda a la guerra civil. Don Diego Hurtado de Mendoza se hizo eco de esto en unos versos muy desconocidos de su Epístola a don Luis de Ávila, pero de los que tomó después buena nota el capitán Aldana:para la suya a Arias Montano:


Vense pocos con mucho desatino / nadando y en el piélago ahogados / a quien la muerte antes de tiempo vino; / ...Otro mundo es el mío, otro lugar, / otro tiempo en que busco la ocasión / de venirme a mi casa a descansar. / Yo viviré la vida sin pasión, / fuera de desconcierto y turbulencia, / sirviendo al rey por mi satisfacción; / si conmigo se extiende su clemencia / dándome con que viva en medianeza, / holgareme y, si no, tendré paciencia (vv. 142-162).

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