Así se podría llamar a los dos primeros tercios del siglo XX, cuando según Michael Mann perecieron en genocidios y crímenes contra la humanidad setenta millones de personas. Dos guerras mundiales, incluidos 220.000 civiles destruidos en dos explosiones atómicas. Genocidios masivos por el colonialismo (en el Congo belga, Leopoldo II exterminó en sus factorías de caucho a diez millones de negros entre 1885 y 1908), por el nacionalismo (los "Jóvenes turcos" exterminaron en 1915 a un millón entre armenios y griegos, los japoneses a ciento cincuenta mil chinos en Nankín), el nazismo (el holocausto, shoah o "solución final" de seis millones de judíos, el Porraimos o destrucción en masa de medio millón de gitanos, los homosexuales, los disminuidos físicos y psíquicos) y el comunismo (el Holodomor o exterminio por hambre de siete millones de ucranianos por parte de Stalin en solo doce meses, entre 1932 y 1933, el exterminio de dos millones de camboyanos por los jemeres rojos de Pol Pot (1975-1979) , la revolución cultural de Mao acabó con la vida de dos millones de chinos y la hambruna causada por sus equivocadas políticas terminó con la vida de veinte millones de chinos).
Todos estos movimientos eran utopías que querían redefinir lo humano con una vara de medir demasiado humana, reduciendo lo humano a un solo modelo. El ángel fieramente humano de Góngora, más fiera que ángel.
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