Durante la época de gobierno colonial británico del subcontinente indio, todavía se practicaba el antiguo rito hindú de quemar vivas a las viudas en piras funerarias en las que ardían sus esposos. Si fuera necesario, se las obligaba arrojarse a las llamas.
Y esto llevó a la mayor amenaza jamás planteada por los británicos.
Los británicos, horrorizados por estas prácticas barbáricas, legislaron para ilegalizar la práctica del Sati, además de la lapidación de los leprosos hasta la muerte. Esto indignó a los sacerdotes hindúes y se manifestaron contra las interferencias en su religión.
Sir Charles Napier dijo:
“Como digáis. Quemar a las viudas es parte de vuestra tradición, ya podéis ir preparando la pira funeraria. Pero mi nación tiene otra tradición: cuando los hombres queman a las mujeres todavía con vida, los ahorcamos y confiscamos todas sus propiedades. Por eso, mis carpinteros construirán una horca donde colgaremos a todos aquellos involucrados con la muerte de la mujer una vez que su cuerpo haya quedado consumido. De esta manera todos seguiremos nuestras tradiciones”.
La turba se dispersó y los sacerdotes se esfumaron rápidamente. Dejaron de quemar vivas a las viudas.
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