lunes, 19 de febrero de 2007

Así a Poe como a la Poesía

La lectura del Epistolario de Poe, en la edición limitada de Barbara Lunari, que le dedica un interesante prólogo, me replantea parte de la imagen que tengo del poeta, aunque no mucho. Con él me he identificado siempre desde las tempranas lecturas en que empecé a conocerlo tímidamente, en Puertollano. Hete aquí a un hombre de letras integral, un hombre en la intersección lingüística con el mundo, un solitario y marginado incurable, rara avis entre las víctimas de la imaginación, que sólo fue valorado como merecía tras su miserable muerte y por los europeos. Huérfano, tan alérgico a la absenta como a la paletez de sus contemporáneos, él solo destacaba más que todos los pedantes bostonianos y concordianos que le ninguneaban, y sólo se le puede comparar sin desdoro en su época y en su país con otro solitario y extravagante pensador lírico, el anarquista Henry David Thoreau. ¿Qué hay más terrible que esos versos de Alone?

From childhood's hour I have not been
as others were — I have not seen
as others saw — I could not bring
my passions from a common spring,
from the same source I have not taken
my sorrow — I could not awaken
my heart to joy at the same tone,
and all I lov'd — I lov'd alone.


"Si algo he amado, lo he amado solo". El amor siempre está solo, siempre; me refiero, claro está, al verdadero amor, no ese sucedáneo con el que se distraen tanto las personas. Cuando leía Annabel Lee, me dio por pensar que el amor del niño por la niña en la tumba junto al mar era en realidad el amor más puro y simple, el que tiene un animal, en este caso un perro, por su ama muerta, Annabel Lee. El amor por los niños alcanza en Poe la categoría de un símbolo natural, ya que, como el mismo
Rilke dijo, la patria del poeta es su infancia. Creo que Poe no habría desaprobado esta lectura. Él mismo se casó con casi una niña, Virginia Clemm, y escribe en La filosofía de la composición que el tema de una muerte temprana está entre los pocos que más le conmueven, pues no en vano la padeció él mismo en ella. Los poemas de Poe, a causa de su intenso lirismo e inteligencia, son de muy difícil traducción, y en este cometido he visto fallar a grandes escritores y traductores, incluso el mismísimo Juan Ramón Jiménez, aunque algunos se han aproximado realmente al centro inaccesible también otras joyas, como El gusano conquistador o Un sueño dentro de un sueño. Poe es el creador del simbolismo moderno en la lírica; en él se encuentra ya el estilo tan sensitivo y sinestésico que encontraremos en Baudelaire, su gran admirador, así como lo urbano y lo científico, que también son manifestaciones de ese hijo francés de Poe. Pero no fue sólo esa una de las aportaciones de poe: creó la novela policiaca y la de ficción científica y renovó la gótica.

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