¿Escribo demasiado? Es sano para civilizar la prosa. Escribir como escribo me ha costado muchos años de lectura y de escritura; y cualquiera que haya compuesto o leído en voz alta asiduamente endecasílabos sabrá a qué me refiero cuando digo que se nota cuándo el párrafo es redondo "de oído" y lo mide la respiración. Cuanto más cerca estás del punto y seguido, mejor. Bien lo sabía un maestro de la concisión/conclusión, Haro Tecglén. Pero estas palabras marchan hacia el mismo destino que las cartas de Bartleby, un funcionario que debía leer lo que debía quemar después:
Dead letters! does it not sound like dead men? Conceive a man by nature and misfortune prone to a pallid hopelessness, can any business seem more fitted to heighten it than that of continually handling these dead letters, and assorting them for the flames? For by the cart-load they are annually burned. Sometimes from out the folded paper the pale clerk takes a ring:--the finger it was meant for, perhaps, moulded in the grave; a bank-note sent in swiftest charity:--he whom it would relieve, nor eats nor hungers any more; pardon for those who died despairing; hope for those who died unhoping; good tidings for those who died stifled by unrelieved calamities. On errands of life, these letters speed to death.
¡Cartas muertas! ¿No suena esto a hombres muertos? Imagínense a un hombre por naturaleza y fatalidad caído en una lívida desesperación: ¿puede cualquier otro quehacer ser más propio para avivarla que manejar esas cartas muertas y clasificarlas para las llamas? Pues son quemadas cada año a carretadas. Algunas veces el empleado saca del doblado papel un anillo; el dedo al que se destinaba quizá se deshace en la tumba; un billete de banco enviado con la más diligente caridad... aquel al que intentaba aliviar ya no come ni siente más hambre; perdón para aquellos que murieron desesperando; esperanza para aquellos que murieron sin esperar ya nada; buenas noticias para aquellos que murieron ahogados en calamidades sin solución. Con mensajes de vida, estas cartas van derechas hacia la muerte.
Preferiría hacer algo, al contrario que el pobre Bartleby. Escribí un cuento al respecto, "Pintar algo", donde veía al protagonista en la tesitura que todos tenemos que afrontar en la vida: qué hacer, que dijo Tolstoy, o qué no hacer, que diría Herman Melville, esa especie de preformación de Kafka; hay quien dice que la literatura norteamericana es la única enteramente moderna, la única que no se ha formado, al menos esencialmente, sobre precedentes previos, y alguna verdad hay en ello, si examinamos los casos de Edgar Allan Poe, de Melville, de Thoreau, de Whitman. El simbolismo europeo, la novela policiaca y la ficción científica están en Poe; las parábolas de Kafka y el existencialismo están en Melville; el ecologismo, el anarquismo libertario y el pacifismo de Tolstoy están en Thoreau; el versolibrismo, el futurismo y las vanguardias están implícitas en Whitman.
Por desgracia la actual no es heredera de esas grandes figuras: allí no se traduce ya casi nada de otras lenguas; es una cultura enquistada y muerta que se mira con una gorrina complacencia el ombligo.
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