Liberalismo
JUAN M. SEOANE ALONSO - Huesca - El país, 08/04/2009
La defensa que el señor Lassalle hace del liberalismo, en un artículo publicado ayer por su diario, puede ser acusada al menos de parcial. Parcial por la elección de un conjunto de antecedentes -ignoro si por desconocimiento, siendo benevolente, o tras meticulosa elección, lo que resultaría más maquiavélico- para un fenómeno tan poliédrico como el liberalismo, que resulta sospechosa de querer ocultar la cara amarga del mismo.
Utiliza la parte por el todo al asociar al liberalismo, en general, con la revisión idealista del mismo llevada a cabo en torno a los años treinta del siglo XIX por T. H. Green y J. S. Mill -entre otros-; una vez vistos con espanto los efectos sociales que la aplicación del (también) liberalismo anterior producía.
Si el señor Lassalle busca un verdadero origen común a la muy variada teoría liberal debería mirar al poco políticamente correcto y desde luego falto de tacto Thomas Hobbes, verdadero padre de muchos de los principios teóricos del liberalismo como: su concepción de la sociedad como un conjunto de individuos vinculados sólo por el interés o la concepción del Estado desde una perspectiva netamente utilitaria y cuya legitimidad se basaba en la autoridad.
Aunque puedo compartir con el señor Lassalle una mayor simpatía personal por las posiciones reformistas de autores como Green o Stuart Mill, defender que ambos son el origen del liberalismo es, o bien un error, o bien un intento de ocultar la cara menos amable del mismo. Tan poco amable que parece que el propio Lassalle no quiere ver.
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