jueves, 9 de abril de 2009

Supersticiones

Agnóstico como soy, tolerante me muestro con las supersticiones populares, aunque me den la lata de forma tan insidiosa como estas machaconas procesiones de Semana Santa par de mis ventanas; además es uno de los escasos entusiasmos de mi hija pequeña, una fanatic palomaniaca de estas representaciones pasionales, cuyos pasos ya pintaba con los pies saliendo por debajo de los faldellones cuando era niñota (el otro son los pájaros, y añade ella, la poesía rimada). Por mi calle desfila una hilera interminable de procesiones con sus tambores y trompetas, derrumbándome de aburrimiento como un nuevo Jericó o Ninó. Pero de la única ceremonia sagrada que me apetece contemplar, el oficio de tinieblas, algo para algunos mucho más místico, espectacular y simbólico, nadie dice nada, ni es posible saber si se celebra todavía aquí, dónde, cuándo ni cómo. Como dice Mallarmé,

Le rite est pour les mains d'éteindre le flambeau
contre le fer épais des portes du tombeau:
et l'on ignore mal, élu pour notre fête
très simple de chanter l'absence du poëte,
que ce beau monument l'enferme tout entier.
Si ce n'est que la gloire, ardente du métier,
jusqu'à l'heure commune et vile de la cendre,
par le carreau qu'allume un soir fier d'y descendre,
retourne vers les feux du pur soleil mortel!

Qué pena. Quien quiera saber de qué va, que lea el artículo que le escribí en la Wikipedia hace hace tiempo,
aquí. De momento, he decidido quitar el enlace al blog del padre Fortea del mío. Le encuentro ya demasiadas hipocresías y contradicciones que no entiendo. Me reduzco a ser un simple partidario del Humanismo secular, la más humilde y abierta de las corrientes de pensamiento. Antes de perseguir a su vez, todas las religiones son perseguidas; por eso yo no creo en ninguna ni tampoco persigo a ninguna, sino que busco lo que tienen en común que no sea ignorar, atacar y destruir, y esa humildad activa (que no pasiva) no la encuentro sino en la ciencia.

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