domingo, 2 de noviembre de 2008

Carlos Otto Reuss


Si lo que pretendía Díaz de Mera era escarmentar a un periodista con honor, acaba de perder el suyo de una manera lamentable. Sin ser lo que se dice una lumbrera, como no lo suelen ser estos millonarios especuladores de tres al cuarto, que confunden los euros con las neuronas, se ha pasado de tonto: los chicos de la prensa van a caer sobre él y sobre sus negocios dudosillos con saña y le van a mirar con lupa hasta dentro de los calzoncillos. Ahora mismo está en el punto de mira de todos los periodistas cabreados del país. Se ha publicado su caso en El Mundo, que tiene dos redactores importantes de aquí, y en El Público. Se va a enterar, y bien, de lo que cuesta buscarle las cosquillas a la libertad de expresión.

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