Han enviado a la cárcel a un grupo de jóvenes neonazis que eran judíos y daban palizas.
Esta viva contradicción demuestra que para la violencia, igual que para la locura, no hay razones, sólo violencia, sólo locura.
El mundo se vuelve cada vez más loco e incomprensible. Acaso porque cada vez estamos más gente en él; acaso porque los políticos cada vez escuchan menos, porque los periodistas hablan demasiado y forman demasiado ruido, porque se habla de cosas que no interesan y porque la gente va a lo suyo y no a lo de los demás. Acaso también por mi culpa, por no decirlo sino ahora y no saber cómo aplicar una cura a mi contexto particularmente incomprensible.
Sólo hay una salida: trabajar por evitarlo en la medida que puedo, en mi entorno.
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