domingo, 15 de febrero de 2009

Jude, el obscuro

Odio y amo a Thomas Hardy. Sus sórdidas novelas siempre conceden la alegría justo antes de la peor de las hecatombes, de forma que te dejan con el ánimo, no ya por los suelos, sino ahogado en un pozo, de donde no lo puedes sacar. Con la adaptación cinematográfica de su Jude el obscuro, (1996) que acabo de ver, me ocurre eso también, como con su Tess d'Uberville, e incluso más. Está bien interpretada por Christopher Eccleston, (Jude Fawley), Kate Winslet, (su prima Sue Brideshead), Liam Cunningham (Philotson) y Rachel Griffiths como Arabella, y dirigida por el británico Michael Winterbottom, quien la ilustra con la excelente vulgaridad del guion y unas paredes de una grisura, más que deprimente, funeral, con ventanas que cubren sus vergüenzas de vidrio roto con papeles de periódico y con el racial ambiente británico a humedad, cera, quinqué, carcoma y fruta rancia. Por eso ver a Kate Winslet en pelotas integrales en ese marco más encoge que estimula.

Víctimas de dos matrimonios precipitados, los pobres protagonistas, amantes de la cultura, intentan solucionar como pueden sus vidas, cometiendo errores, siendo marginados una y otra vez por la hipocresía social y yendo cada vez a peor hasta la tremenda muerte de sus hijos. La desesperanza y el ateísmo de Hardy aparece aquí en su plenitud. Hay elementos autobiográficos en Jude, como esa vocación de cantero restaurador de iglesias y artista lapidario que se empeña en contradecir leyendo latín y aprendiéndose el credo de memoria. Sue parece ser que fue una novia suya. En cuanto a la acogida de la novela, fue tan negra que el pobre Hardy dejó para siempre la narrativa y se entregó otra vez a la poesía.

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