martes, 28 de julio de 2009
Buenos días, alegría
Es una cuestión de actitud: no hay días buenos o fastos ni malos o nefastos, nosotros los hacemos así, aunque haya a veces ocasiones en que se nos impogna la actitud del universo a nuestros respectos; de pronto deja de ser pasota para descomponernos física o espiritualmente; esto último ya lo dijo mejor Eurípides: "Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco". Son cosas de la ὕϐρις, el orgullo que lo excede todo o, como se dice ahora, lo "sobredimensiona", nos hace como globos: grandes por fuera y huecos por dentro, eso que a los racionalísimos y democráticos atenienses les inquietaba sobremanera; sin duda alguna, la diosa más temida era Ate, el error, que es lo que más se produce y mezcla en los asuntos humanos, como la ley de Murphy; los desvíos y cegueras que provoca una pasión cualquiera. Mi médico, que es hombre culto y razonador, dice que creemos más en la comunicación no verbal que recibimos que en la verbal, de forma que si hay contradicción o dicotomía, nos decantamos por la no verbal. Si eso es así, y lo es, los feos lo tienen crudo y somos más animales que humanos. Sólo hay que medir el porcentaje de rubias que hay en el congreso de diputados para constatar la verdad de esa afirmación. Desde luego, es más fácil ser animal que ser humano; a mí me cuesta mucho ser animal, pero ninguna moneda puede renunciar a una de sus caras y la presión de lo irracional empieza a serme desmesurada; para librarse de las confusiones que provoca, lo primero que tendría que hacer uno es bajar la presión, ponerse límites, algo que para mí es especialmente difícil: renunciar a lo que uno vislumbra de lejos, pero costaría toda la vida poder llegar a ello sin que al final del camino quedara tiempo para disfrutarlo, eso si merece la pena, porque de lejos se ve mal; algo parecido dice el poema Ítaca de Cavafis. Hay que administrarse el tiempo, y renunciar a las cosas lejanas por las cercanas que uno se encuentra en el viaje. Se pueden hacer planes a largo plazo cuando se es joven, pero cuando se empieza a ser mayor eso es una estupidez. Dar un frenazo y quitarse cosas de encima que te impiden ver claro. Eso será un alivio.
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