Entre las muchas corporaciones y particulares que pasaron á cumplimentar á Espartero, lo hicieron el dia 3 varios paisanos suyos residentes en la córte. Apenas supo el Duque que se hallaban en su alojamiento solicitando audiencia, dió órden para que entrasen inmediatamente y el presbítero don Ramon Loreto de Prado, que hacia cabeza de aquella reunion, le dirigió la palabra con lenguaje sentido y animado, manifestando entre otras cosas el noble orgullo de que él y sus compañeros se sentian animados en tener por paisano al vencedor de Luchana, al conquistador de Vergara y al héroe de Morella que despues de haber conseguido tan hermosos títulos por los esfuerzos de su valor y de una lealtad nunca desmentida, se presentaba de nuevo á la admiracion pública como el mas acérrimo defensor de la Constitucion, del trono y de la independencia nacional. El Conde-Duque le oyó con la mayor atencion, contestando en los términos mas esplicitos: que su constante afan habia sido y seria siempre la conservacion de los tres caros objetos de la veneracion nacional que le habían recordado; que siempre tendria presente que era hijo de la provincia de La Mancha por cuya felicidad nada le quedaria que hacer, conservando de ella tan gratos recuerdos y entre otros el valor y las virtudes militares de sus paisanos que mil veces habia tenido ocasion de reconocer y premiar en los soldados manchegos. En seguida con señales manifiestas de una viva conmocion añadio:
«Hijo de un pobre manchego, aunque honrado artesano y labrador, recibi no obstante una mediana educacion. A este paternal cuidado debi los primeros pasos de mi carrera. Siempre tuve noble orgullo en ser de La Mancha. A cuantos se me han presentado, he mirado como mis buenos compatricios. Muchos de ellos han combatido á mi lado defendiendo el trono de Isabel II y las libertades patrias. No pocos regaron con su sangre mezclada con la mia los campos del honor; y me cabe la gloria de confesar que vi morir algunos con tanto valor y tal valentia por tan caros objetos, que hasta envidié su muerte.
«Hijo de un pobre manchego, aunque honrado artesano y labrador, recibi no obstante una mediana educacion. A este paternal cuidado debi los primeros pasos de mi carrera. Siempre tuve noble orgullo en ser de La Mancha. A cuantos se me han presentado, he mirado como mis buenos compatricios. Muchos de ellos han combatido á mi lado defendiendo el trono de Isabel II y las libertades patrias. No pocos regaron con su sangre mezclada con la mia los campos del honor; y me cabe la gloria de confesar que vi morir algunos con tanto valor y tal valentia por tan caros objetos, que hasta envidié su muerte.
«Recuerdo que cuando regresé de América dejé la silla de posta en Valdepeñas y me encaminé á Granátula á tener el gusto de volver á ver á mi querida familia, y que cuando acompañado de ella pasé por la plaza de mi lugar me quede estasiado al reparar [en] unos chicos entretenidos en los juegos de la infancia. Uno de mis hermanos advirtio mi sorpresa y me preguntó cual era la causa que la producia. No puedo menos de embelesarme, le contesté, al ver que juegan en idéntico local que lo hacia yo cuando era como ellos. »
«Nacido del pueblo, á su felicidad consagro mis desvelos. Cuando le haya dado la paz que tanto apetece y ha menester, pasaré á la provincia, veré mi humilde casa, familia y antiguos compañeros de mi infancia. Todos los manchegos hallarán en mi un favorecedor, sin perjuicio de no olvidarme del resto de los españoles, quienes no estrañarán manifieste alguna predileccion á mis paisanos porque ante todo soy manchego.»Don Joaquin Gomez, uno de los concurrentes, le contestó al momento. «Los manchegos admiten tan grata oferta. El dia que se verifique será el de su mayor placer; con el que admiran siempre las virtudes de V. E.» En seguida el Duque esclamó. «Paisanos apreciables, recibid mi más cordial abrazo.» Diósele en efecto á cada uno de sus compatriotas, y estos se retiraron llenos de la mayor satisfaccion.
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