El Vaticano, que necesita milagros a toda marcha, para beatificar a doña Teresa de Calcuta, en otros aspectos tan admirable, dio como milagros médicos los necesarios que hay que atribuir sin embargo a los antibióticos y a la medicina, como pueden indicar los médicos de las pacientes respectivas, curiosamente no entrevistados por la comisión de canonización del Vaticano ni por abogado del diablo alguno (es información de un acreditado y honesto sociólogo y economista, Vicenç Navarro, en su El subdesarrollo social de España, 2009, p. 226 y de la prestigiosa revista médica The Lancet) y olvidó que negaba analgésicos a los enfermos terminales de cáncer porque "el dolor purifica", que no esterilizaba las jeringas, que tributó elogios a grandes generadores de pobreza en el mundo, como Reagan o Thatcher, que se puso a favor de la empresa Union Carbide para desmovilizar la protesta popular en la catástrofe de Bophal, que elogió a Duvalier, el asesino y dictador de Haití, y que consideraba la pobreza una bendición de Dios. Tampoco hay que olvidar que, si bien el papillo este, que militaba de jovencito en las juventudes hitlerianas, según dice, por temor a perder su beca y su bendita carrera en el seminario dirigido por el cardenal pronazi Faulhaber, lo hizo a sabiendas de que otros muchos se arriesgaron a perderlas militando en la Rosa Blanca, movimiento estudiantil católico alemán contra Hitler cuyos líderes fueron ejecutados; tampoco hay que olvidar que fue favorable a la Guerra de Vietnam, y que de ese supuesto progresismo que algunos le achacan nada hay, porque nada hubo, sino la intención por parte de algún gabinete de prensa de maquillar lo feo que era su perfil ideológico mezclando alguna mentira con la verdad.
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