sábado, 10 de abril de 2010

Perdidos

Confieso que tardé en entrar en esta serie; requiere atención, y eso es algo que imposibilitan los anuncios constantes que vician el medio; pero contemplada a través de cable y varios capítulos a la vez la serie gana mucho, y vaya si "pica"; los guionistas conocen y utilizan todos los trucos narrativos (que se reducen a mentir y desvelar y a guardar y revelar secretos constantemente) con algo más que talento y nunca se permiten ni el más mínimo maniqueísmo; siempre trocean las secuencias dejando algo en el aire (inquietud, zozobra); aparte de este carácter fragmentario, la multiplicación de los niveles de exégesis y el amplio uso de la metaficción (historias paralelas, tiempos paralelos, personajes que pueden ser cosas, cosas que pueden ser personajes, personajes que pueden ser otros personajes, como en la narrativa cinematográfica de David Lynch, multiculturalismo, fabulación moral, cámara subjetiva), no llega a sobrepasar a los guionistas y las piezas, que son muchas, siempre terminan encajando en forma de trama lineal. Es más, algunos de los dilemas éticos presentes en ciertos episodios son hermosísimos y hacen pensar, y mucho. Al final se va descubriendo el secreto al filo del centenar de episodios y los hilos de la trama terminan confluyendo en una definición, más que filosófica, religiosa del tema general, aunque se trata de una fe laica, muy new age, en la que Dios y el Demonio poseen cuerpo físico y nombres comunes. Los actores, además, parecen inspirados con este material y algunos se muestran eminentes; Kate está hermosísima y cosecha todos los ojos; Jack parece un misionero con demasiado que hacer; John Locke es un santo al que han abandonado los milagros; Hugo no cae gordo a nadie, Yun se muestra más marciano que japonés, Said parece salido de un comic de Hazañas bélicas de Boixcar, Sawyer hace el payaso con un suplemento de neuronas, Michael realiza la tarea del negro, como en el mus, Claire asume el papel de rubia tonta que toca el bombo, etcétera.

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