El Ig Nobel de Gestión ha sido concedido al investigador Alessandro Pluchino y sus colaboradores de la Universidad de Catania (Sicilia) por demostrar que ascender a trabajadores en cualquier organización al azar es el método más eficiente para mejorar los beneficios de una empresa. Esto es, que si la determinación de quién manda en empresas e instituciones la hiciese una lotería, a todos nos iría mejor.
Una demostración interesante, pero con poco futuro, me temo. El poder está lleno de paranoicos, codiciosos e hijos de p. (de papá, so mal pensados), y que este procedimiento se llegara a generalizar sería para ellos (es curioso), poco democrático. Seguro que alegarían sus miedos y fobias y el peligro que sufrirían sus dineros y sus preciosas relaciones físicas y sociales: familiares, amiguetes y grupos de presión. Sólo hay que repasar la lista de dirigentes del siglo XX para comprobar cómo abundan los paranoicos (narcisistas o con manía persecutoria más o menos genocida), los codiciosos, parientes más o menos consaguíneos y los despreocupados de los demás en mayor porcentaje que entre la gente normal. En los cuadros dirigentes lo normal es la elección a dedo en el 95% de los casos.
Yo prefiero que me gobierne una mendiga como la madre Teresa a un aprovechado salido de un partido político. Pareto y Schumpeter pueden irse a tomar por retambufa.
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