Pues verás, buen compañero;
resulta que ando afligido,
mustio, triste, alicaído,
cabizbundo y heideggero;
si fallezco no me entero
porque todo me da un higo;
yo mismo soy mi castigo
y no serme es mi consuelo;
mantengo conmigo un duelo
del que a medias vivo sigo.
"Dame, Señor, coraje y alegría
para escalar la cumbre de este día" (J. L. Borges)
Muy lejos veo la cumbre cada día;
con Hamilton y Alonso me comparo;
me queda aún humor, eso es lo raro,
por cima de esta atroz melancolía.
Temprano tomo el tren de la apatía,
dirás; tal vez, mas lo he pagado caro
su precio es soledad y desamparo;
ya no sigo a una luz que no me guía.
Mas tengo a quien me saque de este pozo;
mis hijas, mi mujer; la interminable
curiosidad que es todo mi alborozo
y que morir no puede: es insaciable.
Me compongo a la vez que me destrozo
y gracias por haberme echado un cable.
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