martes, 18 de diciembre de 2007

Todo va bien

La economía va bien, la educación va bien, la seguridad social va bien, España va bien... ¡Socorro!

Se ve que me voy a morir muy bien y muy a gusto y que yo no soy español, porque no voy ni bien ni mal, sino peor que pésimo, y en eso los políticos no van ni vienen, ni entran ni salen, lo mismo les da que les da lo mismo, tanto les monta que les monta tanto, dales igual ocho que ochenta y usted diga lo que quiera que yo haré lo que me dé la gana. Tampoco lo son los catalanes y los vascos, a lo que parece, y así les va: bien. Como si solamente uno fuera el culpable de que sus propias cosas no vayan bien; pero los políticos se parecen a esos monitos chinos con los ojos, la boca y los oídos tapados; tienen un ombligo inmenso, hipermasivo, un agujero negro o black hole; creo que Valle Inclán estaba en lo cierto cuando pedía una guillotina eléctrica en la Puerta del Sol. Dice la Teología de la Liberación que el mal puede ser también estructural, y cuánta razón tiene. Aquí hacen falta unos bandoleros tecnológicos, piratas cibernéticos con sus loros electrónicos y por ojo tuerto una webcam. Estos políticos necesitan un virus informático del Sida que les porculice. La libertad de internet les debe, les tiene que dar urticaria. Encontrar un gramo de pensamiento en un político es como encontrar un hombre honesto en el Ayuntamiento, perdón por la obscenidad, de Ciudad Real: aventura temeraria, imposible de acometer, apta sólo para exploradores como Amundsen o Henry Morton Stanley

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