sábado, 12 de abril de 2008

Non placet Hispania

El arzobispo Carranza, ese que sufrió prisión por un quítame allá esas pajas en la España inquisitorial y cerrada de Felipe II, escribió como desahogo estos versitos que no conoce casi nadie:

Son hoy muy odiosas
qualesquier verdades
y muy peligrosas
las habilidades
y las necedades
se suelen pagar caro.

El necio callando
parece discreto
y el sabio hablando
se verá en aprieto.
Y será el efeto
de su razonar
acaescerle cosa
que aprende a callar.

Conviene hacerse
el hombre ya mudo,
y aun entontecerse
el que es más agudo
de tanta calumnia
como hay en hablar:
sólo una pajita
todo un monte prende
y la palabrita
que el necio no entiende
gran fuego prende;
y, para se apagar,
no hay otro remedio
si no es con callar.

Siglos de Inquisición, de forma parecida al control de los daimios de Japón, han hecho del español un pueblo hipócrita que odia a cualquiera que sobresale en cualquier concepto o que use el lenguaje con habilidad. No extrañe que Felipe II impida a los españoles estudiar en el extranjero, al contrario del parecer de Arias Montano; lo mismo hacen los políticos españoles impidiendo que los estudiantes españoles sobresalgan, más por métodos sociales y políticos que por legales. A los políticos españoles les molestan los ciudadanos democráticos y que hablan idiomas, disposiciones ambas con las que en el fondo no comulgan y que no tienen ni han tenido nunca. A los hechos me remito. Nada menos que el hijo de un inquisidor escribió a un amigo suyo, según refiere el espléndido libro de Luis Gil Fernández, el ambiente que había en Alcalá hacia 1534 cuando la Inqusición encarceló al helenista y comunero Juan de Vergara:

Nuestra patria es envidiosa y soberbia. Añade también bárbara, pues ya se tiene por cierto entre ellos que nadie hay medianamente cultivado en las buenas letras que no esté repleto de herejías, errores, judaísmos, de tal manera que a los sabios se ha impuesto el silencio. Los que se apresuraban a la erudición son presa de ingente terror.

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