miércoles, 28 de mayo de 2008

El argumento de Elorriaga

Desde un punto de vista meramente retórico, Elorriaga, en su artículo contra Rajoy, usa un argumento conocido y típicamente político de una nueva manera interesante, la demonización, invirtiéndolo como divinización:

Afirmar algo cuyo contrario es un absurdo es un recurso fácil habitualmente utilizado por los políticos de oficio. «Quiero mejorar el nivel de vida de los españoles» es un ejemplo simple de lo que digo. Nadie en su sano juicio, cualquiera que fuese su ideología o estrategia, podría afirmar que su proyecto busca empeorar el nivel de vida de sus compatriotas. «Debemos bajar los impuestos», por ejemplo, sí constituye un compromiso político diferenciador de los partidos de centro derecha puesto que subirlos ha formado parte consustancial de la ideología socialdemócrata europea durante las últimas décadas. Cuando quedan menos de cuatro semanas para que se celebre el XVI Congreso Nacional del Partido Popular, proclamar con solemnidad que se quiere un partido unido e integrado, capaz de ganar las próximas elecciones, forma parte del primer grupo de afirmaciones; ningún dirigente, militante o simpatizante podría asumir lo contrario. El debate, por lo tanto, se hace incomprensible cuando gira en torno a lo evidente y constituye una obligación -o al menos así me lo parece- el intentar clarificar de qué estamos discutiendo.

Así pues, afirmar algo cuyo contrario es un absurdo refuerza siempre una posición y transforma siempre nuestro lugar de mando en divino e inatacable: son argumentos propios de dioses indiscutibles, porque cualquiera que los rebate queda al momento clasificado como demonio feo, malo y traidor.

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