viernes, 13 de junio de 2008
Esperando a los bárbaros
Aquí está, inequívoco, como siempre. Al cabo de un año, siempre me acomete cuatro o cinco veces. Lo cuestiona todo y podría destruirlo todo. Un pesimismo de entraña muy negra, psicótica. Pero que se nutre de pura realidad. Un crío de un colegio, J. J., llama vieja puta a su profesora y puta negra a una compañera suya adoptada, pero su madre le hace cumpleaños multitudinarios en restaurantes y todos sus compañeros acuden a celebrar al muy bestia y a hacerle regalos. Un angelito oscuro del que hay que esperar lo que hay que esperar. Ayer mismo un grupo de cuatro alumnos desesperanzados por su enorme bloque de suspensos hicieron coro para gritar "muérete" a un profesor cuando este no podía verlos. Angelitos. Y eso que están contenidos porque se acerca la evaluación final. Si no lo estuvieran...
Aprenden estos modelos de conducta de la televisión, que no prohíbe nada que les dé cuartos. En vez de esperando a los bárbaros podría escribirse algo inverso, esperando a los profesores. "Esos hombres eran una cierta solución", escribió Cavafis; pero "Mensajeros han venido de los confines del imperio y han contado que ya no hay profesores". Están demasiado ocupados realizando otras tareas, como contener el vómito, para poder enseñar. Comprendo a los misioneros en tierra extraña; yo, por lo menos, he perdido la fe, o "creo" haber perdido la fe. No siento la fuerza para convencer de lo que enseño; me la han quitado tantos cafres como hay haciendo ruido y concursos de bobos, también en el ministerio de educación. Se me va la sangre, pierdo el tiempo, la ilusión, la energía, la vida, la esperanza, todo. Sólo puedo resistir en frentes de batalla menos exigentes, no en asignaturas como Procesos de Comunicación, que no sirven para comunicar nada.
Parece mentira lo tontos que son algunos, cómo transmiten y amplían su incompetencia; sobre todos esos inspectorcillos que se quejan cuando hay una baja por "indisposición" de una hora indocumentada. Esos inspectorcillos había que empalarlos o tirarlos a un pozo. Cuando le cantan las cuarenta a un jefe de estudios por una idiotez por el estilo, lo único que provocan es que el jefe de estudios se cabree con el profesor de marras y que el profesor de marras se deprima más y, por lo tanto, baje más horas por "indisposición". Pero es que así son de idiotas algunos inspectores. Son uno de los principales factores de la Ley de Murphy en Educación.
Síndrome de Burnout o de estar quemado lo padecen muchos profesores y no se dan ni cuenta. No dan más de sí, o, mejor dicho, la sociedad no da más de sí en lo que a humanidad se refiere. Son demasiado humanos para sobrevivir a un mecanismo de trituración que lo transforma todo en un desecho y en una basura. Ese es el principal defecto del capitalismo que se está infiltrando en la educación: produce demasiada basura, no sólo material, sino humana, gente que en sí misma es basura.
Ayer hubo un acto en homenaje al maestro. Me sentí mal, no por la buena intención del acto en sí, que estuvo muy bien y por las palabras dichas por altavoz y a todo el mundo, claro está. Las dichas en voz baja, aparte o al oído eran otra cosa. Es por eso que dije al principio, lo del pesimismo. Cuando tengo esa disposición de espíritu, me parece como si se hubiera vuelto de noche y el mundo sólo ofreciera su cara más nocturna y oscura. A todos los veo en los huesos, como a través de una radiografía.
Una cosa que oí por ese salón "¿sabes que cuando Clementina se casó con Barreda hubo dos bodas, una para ricos y otra para pobres?". Pues no, no lo sabía. Y si lo sabía lo olvidé, porque no me interesa. Ya queda inmortalizado aquí para la historia, aunque esas cosas me importan tan poco como "Aquí hay tomate", "El diario de Patricia", saber qué número calcen Shoemaker o Asnar o el color de los calzoncillos del Papa. En la sala de profesores se comenta lo de "miembra". A mí eso me parece una gilipollez, pero no por la gilipollez en sí misma, sino por la gilipollez que supone que eso se considere una noticia habiendo cosas más importantes que merecen conocerse. No me interesaba conocer lo de "miembra", pero, sí, por ejemplo, la corrupción administrativa o el esquema de la mafia del ladrillo en mi provincia o quiénes han seguido la gloriosa iniciativa de nuestro señor don Barreda de renunciar a su ostentoso subidón de sueldazo o la cantidad de alcohólicos que hay en el Congreso o las medidas que se van a tomar para conseguir que los bancos no nos desuellen a pura usura y moralizar y desprofesionalizar la vida política.
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