Es lo que decía el compañero del Instituto de Andalucía en un post anterior; pero la frase tiene su abolengo, no sólo por el poema de Luis Cernuda "estar cansado tiene plumas... estoy cansado de estar cansado", sino por la simbólica frase del gigantesco indio de Alguien voló sobre el nido del cuco, esa famosa y oscarizada película de Milos Forman, que intentaba dar una visión de lo que era la América en crisis de la época. El indio del manicomio se pasaba toda la película repitiendo monótonamente esa frase hasta que al final rompía con furia una ventana y se escapaba: era la representación del alma de Norteamérica, dormida y sin ningún propósito que la condujera a ningún "Destino manifiesto". Algo parecido le pasa a España, que no tiene ningún norte fuera de sí misma y de hacerse la puñeta en rencillas interiores constantes y continuas; debería encontrar una serie de ejes que la articularan como nación, como ya intuyó Ortega en su famoso ensayo. Y esos ejes deberían ser una serie de valores, no una serie de rencillas, como las que continuamente nos dividen por cosas como el agua, los presupuestos, los idiomas, las competencias y las gilipolleces de siempre. Algo de lo que sentirnos orgullosos porque nos hace ser más nosotros mismos. Y el orgullo legítimo se obtiene solamente de una manera: con trabajo. Es algo que no veo ni percibo en televisión, en política, en prensa, en investigación, en arte, en literatura, en enseñanza, en periodismo, en nada. Se ve que, desde el sic transit gloria mundi barroco, nos hemos echado a morir. Vale, pero, después de la muerte, ¿qué? ¿No había una resurrección? Jolines, despertarnos de la siesta nos está llevando varios siglos. Se nos pide bien poco: una buena educación, una presencia en el mundo digna, un algo de que sentirnos orgullosos. Y hasta ahora sólo podemos sentirnos orgullosos de personas como Induráin, que, esas sí, trabajan y se esfuerzan.
Y, sin embargo, la respuesta que dio el indio es a veces la única, cuando no te dejan hacer lo que quieres: escaparse por una ventana hacia un lugar más libre. Es lo que hacen los que vienen en patera hacia nuestro país; pero, nosotros, ¿qué patera debemos tomar? ¿Irnos a los bosques, como Henry David Thoreau? Nuestros queridos antepasados los han dejado todos más pelados que el cráneo de la Ocasión.
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