Los delfines son los únicos animales, junto con los humanos, que poseen nombres propios. Este principio de individuación ya sugiere que existe conciencia, psicología y comportamiento original en su sociedad. Y pensamiento abstracto o simbólico. Su lenguaje no es sólo vocal, también incluye signos coreográficos y todavía no ha sido adecuadamente descifrado; poseen otras capacidades cognoscitivas muy raras, como la empatía entre especies y la capacidad de imitarnos, que también tienen los simios, pero en su caso esta capacidad resulta aún más extraordinaria, porque su hábitat es completamente diferente, su físico no es antropomorfo y desde luego es absolutamente inconveniente para todo desarrollo instrumental. Su comportamiento, por lo demás, es social y organizado, poseen culturas diferentes, técnicas de pesca elaboradas, interrrelacionan fácilmente con especies inteligentes, aprenden con facilidad y su comportamiento deriva con frecuencia al humor y la ironía; más de una vez algún cuidador ha sospechado que los delfines se rien indulgentes de lo patosamente que nadan los seres humanos.
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