miércoles, 2 de julio de 2008

Los ridículos reduccionismos

Los españoles somos muy dados a las simplificaciones y a los reduccionismos. Somos como los jíbaros, que no pueden vivir sin reducir cabezas a proporciones de muñeca. Y cuando digo españoles digo también regionales o nacionalistas. De hecho por no poder concebir algo tan complicado como es España, se han inventado los cortos de mollera nacionalidades tan imbéciles como la madrileña, la vallecana o la churriega, sin ir más lejos. Por ejemplo, los estudiosos de la Universidad de Castilla-La Mancha. Dicen que no hay una cultura manchega, se ríen de ella y estudian cosas de fuera, lo que les evita tener que estudiar a los autores que nacieron en La Mancha y que nunca sospecharon ser otra cosa que españoles, tan españoles como los de fuera de aquí. No hay edición moderna de un autor tan importante en el barroco español como la del libro de caballerías en verso compuesto por el valdepeñero Bernardo de Balbuena, pero hay innumerables de otro en prosa compuesto por uno de Alcalá de Henares. Hay que jorobarse, por no decir joderse. ¿Puede una cultura fundarse en un solo libro, aunque sea universal? ¿O una literatura? De los deportes, el único que parece existir informativamente hablando es el fútbol. La vulgaridad necesita del reduccionismo para existir, y La Mancha ha tenido la mala suerte de contar con una obra tan universal que facilita ese reduccionismo, de tal suerte que cualquier cosa que no sea Quijote es vulgar, o mejor dicho, no es, y si lo es es en comparación siempre con el Quijote. ¿Así puede existir cultura? ¿No es la cultura una variedad, una riqueza? ¿Qué nos está pasando?

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