sábado, 5 de julio de 2008

Series de TV

Es verano y puedo ver más tv. Sólo lo que me interesa, ya que ya no hay programas culturales o los han exiliado a horas de vampiros o insomnes. CSI (Las Vegas, solamente, y acaso Nueva York; no soporto al chuleta David Caruso), Medium (curiosamente más por el realismo y costumbrismo de sus guiones que por otra cosa), Sin rastro, House y Urgencias. Nada más; todo lo demás me aburre, sobre todo desde que dejaron de echar Mochileros o la irregular Siete vidas y se repite Nuevos cómicos. Cada uno de estos programas merecería un ensayito, pero dejaré aquí bosquejado el germen de cada uno. CSI es la vuelta a los principios del éxito en las series: Arthur Conan Doyle y la investigación empírica. Pero añade a eso unos personajes bien definidos, costumbrismo y el extravagante humor norteamericano. Todos los personajes principales me caen bien, cosa extraña; incluso algunos personajes secundarios son memorables: Paul Millander, la asesina dietista, Lady Heather y, sobre todo, el miniaturista padre, no la miniaturista, cuyo discurso antes del disparo final me conmovió. Hay algunas frases de los guiones que deberían pasar a los anales de la literatura, pero muchas veces se ve a la legua que han sido mal traducidas. De la franquicia de Florida sólo salvo a la rubia y a su padre alcohólico; hay algún episodio memorable, pero la mayoría han sido echados a perder por el Caruso ese. La de Nueva York empezó mal, pero luego se enderezó algo; detesto lo bien que le quedan las camisas al actor principal y el tremendo chauvinismo de su norteamericanitis, pero otros aspectos de su personalidad, demasiado irreprochable para ser creíble, lo salvan. Tampoco me gusta el de las gafas, que parece diseñado para ser su antítesis, hasta en la camisa. La morenaza está bien, pero sólo eso, bien. Donde estén Las Vegas original... En cuanto a Sin rastro, todos están magníficos. Qué guiones; se nota que se fundan en casos reales. Qué economía de palabras la de Frank Malone; qué gran actor Anthony Lapaglia; qué relación la que tiene con su padre y sus hijas; qué grandes episodios los del interrogatorio del divorcio, los del sueño y los del acoso escolar. De House, cuánto me río; se nota que lo produce el hermano del genio de la física teórica del siglo XXI, Edward Witten. Los guiones son igual de sólidos, al menos la mayoría de ellos, salvo esos estúpidos mecanicismos del susto y los síntomas espectaculares, aunque se nota que los guonistas se dan cuenta e intentan romper los moldes para no pasar la factura de tanta monotonía, incluso cambiando los actores secundarios; desde luego, inolvidables los capítulos de la convivencia entre Wilson y House en la misma casa: me reí por los cuatro costados, sobre todo con eso de alimentarse de "sopa de sobre y nocilla". Serían una pareja cómica de maravilla este Watson y este Sherlock. Y la Caddie tampoco está nada mal, aunque tiene una voz tan ordinaria y basta e inconfundible en el inglés original que no hay manera de traducirla bien en la doblada. Hay tantos episodios memorables que no daría abasto para citarlos. Y tenía algunos malvados memorables; el negro gordo de la segunda temporada era realmente ominoso, un hallazgo, pero el detective Tritter era genial. De Urgencias no olvido cuando se le cayó encima el helicóptero al cabrón del doctor Romano, ni las relaciones de la enfermera luego doctora con su madre bipolar, ni a la cucaracha aplastada por la doctora de la muleta, que se vengó del doctor Romano haciendo con su herencia algo que se debía hacer y estuvo muy bien hecho; muy bien el costumbrismo y los personajes.

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