martes, 5 de agosto de 2008

El vicio de nuestro tiempo

El vicio de nuestro tiempo es la falta de generosidad, derivada de un vicio todavía mayor, la gilipollez, irreductible a las conductas solidarias. No hace falta ser rico para ser generoso: cada uno puede dar de lo que tiene y le sobra. Si uno es profesor, que enseñe incluso fuera de la clase. Si uno es médico, que cure incluso fuera del hospital. Si uno es millonario, que haga ricos a los pobres. Yo he hecho lo que he podido: mi oficio es enseñar lengua y literatura, investigar. Nada hay más humilde que escribir artículos de wikipedia que a uno no le pagan; pues mucha wikipedia de literatura y lengua ha sido escrita por mí, y lo que más me espanta es que ningún profesor de lengua y literatura se haya puesto a hacer lo mismo que yo, o muy pocos. Es una triste meditación que le hace a uno tener, o bien el insólito pensamiento de que es excepcional o quijotesco, o bien el de que es un estúpido de tomo y lomo perdiendo el tiempo en hacer el bien a los demás, un bien que nadie te va a pagar o reconocer. Otros dan clases gratuitas a seminaristas, otros a niños enfermos en hospitales, otros redactan artículos de Wikipedia de otras materias o contenidos gratuitos para otros lugares de internet. Y los gilipollas pelean por dar clases particulares, por obtener puestos directivos o por irse a oposiciones a cobrar. Pero así son las cosas. El mal de don Quijote fue no haberse juntado con otros Quijotes como él; un Quijote puede ser risible, pero cien mil darán miedo. Internet puede ser el procedimiento adecuando para reunir todas esas voluntades dispersas que quieren hacer bien y descender a la utópica Astrea del cielo hacia donde huyó a este bajo y torpe suelo, el aquí y el ahora. Altermundismo: otro mundo es posible.

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