Este miércoles empieza un capítulo nuevo en la historia de la Física, cuando se ponga en marcha el monstruoso aparato circular del CERN y empiecen a aparecer las más minúsculas partículas de inmaterial materia que se puedan concebir, incluso el fantástico y presentido bosón de Higgs, que es algo así como la fuerza para Annakin Skywalker/Darth Vader. ¿Será esta la puerta para tener que buscar nuevos pedacitos que exijan construir un acelerador de partículas más grande? ¿Será la complejidad de la materia y del universo tan desmesurada que no tenga límite en su comprensión? Nuestra mente se resiste a topar con ese tipo de infinitudes, pero... podría ser.
El adn de la materia, el adn que contiene los planos de aquello con que se hace todo, las once dimensiones, las cuatro fuerzas elementales, las branas y nanofilamentos vibratorios retorcidos en fibras y cordajes que forman 57 tipos de corpúsculos y cuarks, y los átomos finalmente. Y por ahí, en el CERN, andan nuestros físicos: Álvaro de Rújula y Juan Ignacio Cirac, este último profesor que fue de la UCLM y a quien pude ver en la conferencia que dio en su homenaje cuando me doctoré. Ahí andan revueltos con otros genios, como Carlo della Rubbia, autor de la idea del Amplificador de Energía que sustituirá a las centrales atómicas en un futuro aún distante. Siempre he sostenido un gran interés de aficionado ignorante por la física teórica; me he leído decenas de libros de divulgación sobre esa ciencia. Mi curiosidad ahora tiene un nuevo despabiladero en Ginebra, donde se abrirá ahora otra ventana, pero más grande y mejor orientada, al mundo de lo infinitesimal. El aparato es formidable, no sólo por su tamaño gargantuesco o el de alguno de sus componentes -que llega a tener más hierro que toda la torre Eiffel-: el acelerador europeo generará colisiones de partículas de potencia siete veces superior a cualquier acelerador anterior, como por ejemplo el Tevatron de Chicago, y cuando alcance su máxima potencia prevista, hacia 2010, será 30 veces superior. Veremos si se confirma la teoría de las superfibras o superfilamentos y de las superbranas, o la de las once dimensiones propuestas por Edward Witten.
Y mientras, Craig Venter está a punto de crear la primera célula de vida artificial...
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