sábado, 28 de marzo de 2009

El modelo que ofrecen nuestros ínclitos gobernantes

La educación no interesa a los jóvenes ni a los profesores, pero a quien menos interesa es a los políticos. Deberíamos los profesores trabajar tanto como ellos por el bien del país. De eso habla este artículo de Millás.


¡A trabajar, coño!

JUAN JOSÉ MILLÁS El País, 27/03/2009

En lo que la acción política tiene de relato, comienza a dar muestras de agotamiento insoportables. No se puede ofrecer a los espectadores (a eso hemos quedado reducidos los votantes) el mismo guiso narrativo, recalentado al microondas, durante dos semanas (véase, por ejemplo, el asunto de Kosovo). Pónganse ustedes, los actores (a eso han quedado reducidos los políticos), en los zapatos de un ciudadano en paro que lleva siete días escuchando que si Kosovo sí, que si Kosovo no, que si las formas, que si el fondo, que si ahora estamos de acuerdo, que si ahora discrepamos. Y así un día y otro, una hora y otra. Parece una serie de TV atascada, una serie de repetición, una mierda. Si eso ocurre en un asunto en el que están de acuerdo, ¿qué tortura no nos infligirán cuando disientan? No hay nada peor para un relato que la previsibilidad y son ustedes más previsibles que un mal chiste.
Tan previsibles son que nos acaban de confirmar lo que sospechábamos: que de 350 diputados sólo 34 tienen dedicación exclusiva (el resto va cuando hay votaciones). Por lo visto, cuarenta y seis millones de ciudadanos no se merecen 350 representantes a jornada completa. Resulta que el escaño es una llave para abrir puertas, para sacarse un sobresueldo. Eso sí que es un escándalo, eso sí que merecería dos semanas de debate. Ahí tienen a Michavila forrándose, a Pizarro forrándose, a López-Amor forrándose, a Ángel Acebes forrándose... Comprende uno que les falte tiempo para construir nuestro bienestar, que (hablando de incompatibilidades) es incompatible con el suyo. ¿Pero ustedes conocen la situación? ¿Están al tanto de lo que nos pasa? ¿Tienen idea de lo que es el miedo a quedarse sin trabajo, el pánico a la cola del paro, el terror a que el cajero automático te devuelva la tarjeta de crédito? Ya está bien, coño, pónganse a trabajar.

1 comentario:

  1. Efectivamente es la herencia

    Tampoco carguemos demasiado las tintas sobre esos 350, a los que hay que sumar a senadores, y otros cargos de confianza.

    Si lo bueno no es ser un diputado, sino tener tratos con él y los suyos. Además estoy convencido de que trabajan y mucho, pero para si mismos y sus redes clientelares. Si papá no hubiera sido comunista, si se hubiera pasado cuando se lo propusieron, otra herencia tendría. Pero como titulaba un film francés no muy antiguo, no todo el mundo tiene la suerte de haber tenido unos padres comunistas. Al menos, los comunistas que yo conocí eran íntegros, más o menos consecuentes con ello, pero tenían una idea del bien común y abogaban por suprimir los obstáculos artificales que imponía la sociedad que, afirmaban, estaba montada sobre la desigualdad económica.

    Creo que hablaban como los antiguos cristianos, solo que en vez de hermanos, se llamaban camaradas, y, en lugar de hablar de reino de los cielos para después de muertos, hablaban del reino de los cielos para los vivos. Casi nada.

    Además, hemos de decir para su loa, al menos para los comunistas españoles, no los del exilio, que cuando el mounstro se ha hecho mayor, ellos se han hundido. Se ve que no acumulaban bienes ni debían mantener relaciones económicas y clientelares, no había herencia que repartir, pues la mayor parte de sus cuadros y dirigentes se fueron, sin mucho ruido, a comer a otra mesa y a hacer negocios en otro sitio.

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