Ha dado la exclusiva la Cuatro y ha pillado en bragas bajadas a todos los demás medios, como compruebo ipso-facto en Internet: el Banco de España interviene Caja de Castilla-La Mancha antes de que los chorizos terminen la matanza (los amiguetes de Chema "Gobierna como puedas" Barreda han agusanado la manzana de la discordia más que el agujero negro o black-hole el centro de la galaxia). La prensa del régimen que heredamos de don Pepito "pasó usted ya por casa" Bonito ya venía avisando entre líneas; se intentó una componenda con el Chaves del cacicazgo andalusita, que lleva en su satrapía más que Chávez en la venezolana (esperemos que no tanto como Castro, cuyo reinado, si tuvo principio, no tendrá fin, a causa de la transición a la china que se prepara en la perla de las Antillas mayores). Supongo que vienen negros días a la Junta de Calamidades de Castilla-No Marcha, cuyo ridículo índice de PIB veíamos publicado hace poco en la prensa no del régimen, la nacional, por encima apenas de tres comunas estatales y bastante por debajo de la media európica. Barredín, que fue boy-scout, hará bien en encontrar algún modo de salir de este tupido bosque de molinos de viento.
Como nadie dice lo que hay que decir, tengo que soltarlo yo, aunque no escuche nadie; hay que deshacerse de todos estos políticos profesionales y mandar a hacer puñetas los cargos elegidos a dedo, optar por la transversalidad y deschorizar de marrano ibérico los instrumentos legislativos y los ayuntamientos (perdón por la obscenidad). Las leyes de más de dos páginas no sirven para nada. Hace poco asistí a un recital poético de un literato del régimen; de inmediato acudieron a mi mente esos recitales poéticos falangistas del Círculo Medina de cuando era un chaval; ni lo que el "poeta" decía ni los asistentes, ni sus vestiduras eran distintas. Las cosas no cambian, aunque eran endomingados sociatas todo lo que allí vi. Yo había acudido, llevando a mi mujer, porque mi patológica timidez me impide acudir solo a estas manifestaciones colectivas, para hablar con quien me había enviado la espléndida tarjeta y el elegante correo electrónico, porque le había entregado una colaboración para un libro sobre cultura manchega del XIX; pero al final, ni siquiera pude hablar con él, por esa dicha timidez, exacerbada por el gigantismo egipciaco de ese ceremonial fascistoide de autobombón; yo me esperaba un recitalillo de diez o quince invitados tan mal vestidos de anorak manchado de tiza, chaquetón y zapatos agujereados como yo y me encuentro con doscientos o trescientos psoetas peripuestos, de los cuales apenas conocía y de vista a dos o tres; sufrí mucho refrenando bostezos en ese hotelazo con pléyade de cinco estrellas (llevaba un día sin dormir corrigiendo exámenes, pero no hay que subestimar la contribución literaria en el asunto) y esperando los canapés, y harto de quedarme con hambre, me largué. Ah, sí, la poesía... Supongo que debió haberla, pero yo sólo asistí al solo de ombligo de un señor muy importante que ni se molestó en poner en verso sus prosaísmos y que, una vez que quise hablar con él en la Diputación hace años cuando estaba solo en su despacho de señor importante, me dijo que no, que pidiera cita previa. No la pedí, pues ni sabía a quién, ni percibí cambio alguno en su actitud en lo que va del ayer de un poeta joven al poeta menos joven que soy ahora. Es sencillamente eso, un señor importante, al menos según su opinión, que es la única que parece contarle, salvo quizá también la de sus lameculos y chupamindas que acuden al corifeo en demanda de gratificación y ayudita, y su paginilla web, sin enlaces a otra cosa que a sí mismo y su mismidad. Creo, de verdad, que él mismo es el principal lector de sus obras y que por eso las regala la prensa del régimen, que lee él solo apasionadamente. En cuanto a la única crítica literaria que puedo concederle, es esta: aburre a las ovejas, al lobo, a los pastores y a las niñas de la Salle, delicadas como pétalos de rosa, que pasaban por ahí.
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