A los sindicatos acuden gentes aun más acongojadas que los mileuristas, por ejemplo unos becarios novecienteuristas de la Universidad de Castilla no Marcha con tres meses de atraso en el cobro de su digamos nómina; tienen que comer todos los días y van a terminar tomando arsénico por compasión, no porque quieran morir, sino porque están famélicos y necesitan que le echen algo de comer, porque todo lo demás se lo tragan los alquileres y preseas varias de que viven los mangantes de la cosa, mientras que los empleados de inferiores y mucho más humildes prestaciones profesionales, pero fijos, cobran unos sueldazos de órdago. Suele ocurrir: los becarios son esclavos no defendidos por ningún convenio, sino por la más vieja de las instituciones totalitarias, la universidad. Si queréis saber algo sobre cómo viven los novecienteuristas de la España inapañable, hay un cantautor que con humor y acidez lo expresa muy bien. Aquí enlazo con sus tres mejores canciones costumbristas de supervivencia urbana en la España que nos ha dejado la mafia política:
La canción de la crisis
La canción de la máquina del metro
La canción del coche parado
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