Aquí
en el faro del fin del mundo
estoy.
Más allá resplandecen las otras estrellas
y toda la soledad tengo delante.
Cartografían mi orilla las olas indecisas
tejiendo el salitre con la arena
como la sangre su carne.
Y miro como el cíclope nadie
y nada
y muero todos los días sobre las rocas peladas
por un viento entre las hojas
por un canto que anide en mi oído
y no pique agudo
como el roto graznido de las torvas gaviotas.
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