miércoles, 18 de noviembre de 2009

Puñetazos a profesores y alumnos con escopetas

En el Instituto número tres, un alumno ha pegado un puñetazo en un ojo al director y este ha denunciado el caso; parece ser que el asunto se solventará con quince días de expulsión; no sé qué pensará el ojo del aludido, aunque seguramente estará negro por este hecho más que por el puñetazo, pero la sanción se me antoja pobre. En Francia, han logrado detener a un alumno que quería hacer una matanza estilo Columbine -¡qué poco originales son nuestros jóvenes!-; ya se iba al instituto armado con una escopeta cuando lo vio rodeado por la policía y le detuvieron. Sus padres leyeron su blog, donde contaba sus malvadas intenciones, y lograron impedir la tragedia. Todos los años acaece lo mismo: siempre hay algún chaval chiflado o cabreado que pretende hacer de un Instituto un coto de caza escolar en algún lugar del mundo, casi siempre al filo de una evaluación; es previsible y regular y ocurre por insaculamiento: hoy ha tocado la bola blanca de buena suerte; otra vez será la negra.

Algo hay que hacer con la violencia, no sólo con la individual, sino con la institucional; no me refiero sólo a la violencia física: deberían prohibir las armas, es verdad, pero también las películas y los deportes violentos; es más, hay otros dos formas de violencia que deberían perseguirse igualmente: la emocional, que es la que practican las mujeres, y la intelectual, que es la que practican todos los que mienten, no sólo negocios publicitarios como los gobiernos, las religiones y otras empresas comerciales, no siempre de sesgo capitalista. Ya se ha visto cuánto más pueden las iniciativas individuales que las colectivas: esos padres preocupados, por ejemplo, han logrado más que cualquier campaña gubernamental en prevenir el problema. En Francia las individualidades funcionan, porque hubo individuos que educaron bien a unos padres, aunque esos padres tan bien educados, sin embargo, no han podido educar hoy a su hijo: algo ha interferido las virtudes de antaño, y no son precisamente los individuos, sino algo más abstracto y menos controlable que emana del estado, de la sociedad, de las instituciones, de la enseñanza, y se ceba con nuestros jóvenes; ¿qué es? Yo creo que es la ruptura de los valores morales tradicionales: desestructura las familias. No existe solidez ni permanencia en unas relaciones personales que más que ser relaciones personales son relaciones de consumo y condenan a la gente a la inseguridad y a la angustia. ¿Cuándo ocurrirá un Columbine en nuestra España? ¿Habrá padres o profesores que lo sepan detener?

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