"¿Puede el Hacedor arreglar lo que ha hecho?" Es lo que pregunta Roy Batty al ingeniero que lo ha creado, en su búsqueda de la vida eterna. El Hacedor le da largas, y Roy Batty, por supuesto, se deprime; halla el consuelo, sin embargo, de los versos de John Milton: "Y los ángeles ardientes se precipitaron por las hondas simas de la oscuridad. Anchos ecos se oían resonar por las costas de oro". Ha visto muchas cosas en sus viajes por los bajos fondos de la inmensidad.
Roy Batty salva a su asesino y muere.
O eso es lo que parece.
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