La secta ugandesa de la «Restauración de los Diez Mandamientos de Dios», liderada por Joseph Kibweteere, encerró a sus mil seguidores en Karunga para prenderse fuego, pues por una revelación de su líder se les iba a aparecer la Virgen y les iba a llevar al cielo al llegar el fin del mundo el año 2000. Todos perecieron carbonizados: las salidas habían sido cerradas por dentro, incluso las ventanas. Es la mayor extinción de este tipo.
La siguiente es sin embargo más famosa: Guyana, 1978: 914 personas, entre ellos 300 niños, de la secta Templo del Pueblo, lideradas por el pastor estadounidense Jim Jones, fueron envenenados con cianuro potásico; muchos fueron engañados, otros lo hicieron de grado o por fuerza. Su secta era una amalgama malsana de pentecostalismo y comunismo estalinista.
Al lado de estos genocidas parecen poco los 88 seguidores del pastor pedófilo David Koresh que murieron en el incendio de la fortaleza de Waco (Texas) en 1993.
También los 48 fanáticos de la «Orden Templo Solar», un refrito de esoterismo, masonería, rosacruces, nazismo y religiones reveladas, se quitaron la vida en una granja y tres chalets de Suiza, en 1994. Y todavía tiene seguidores en España.
Y los 39 chaladísimos miembros de la secta Heaven's Gate, «Puerta del Cielo», que en 1997 fueron hallados muertos en una mansión de San Diego (California) boca arriba y con un velo que les cubría la cara y el pecho esperando iniciar su «viaje» hacia una nueva dimensión a la que llegarían en una nave extraterrestre que confundían con el cometa Hale-Bopp. Su líder, un "rarito", se había autocastrado para ser más ángel, dando ejemplo a los otros 38, que hicieron lo mismo antes de envenenarse con fenobarbital y dejar su cápsula terrestre en el cementerio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario