Una:
¿Y qué vamos a hacer, si puede saberse?
Otra:
No sé... Ahora que estamos todas juntas, podíamos rezar un rosario.
Otra más (alterada):
¡Vaya con qué nos sales! ¡Una beata! No, no, que es muy largo.
Otra:
Para aburrirnos igual, prefiero hacer algo en vez de no hacer nada.
Una:
Lo que os pasa es que no tenéis imaginación. Vayamos a ver la tele.
Otra:
¡Como si ver la tele fuera imaginativo! ¿Eres tonta o qué? Siempre echan lo mismo y carretones de anuncios. La tele ya sólo la ven los idiotas.
Una:
¿Y te crees tú que rezar el rosario es el colmo de la imaginación, o qué?
Otra más:
Vamos, vamos, no os peleéis por tan poca cosa. Pongámonos a dibujar, por ejemplo.
Otra:
¡Dibujar! ¡Estoy harta de dibujar! ¡Hasta las narices de dibujar! ¡Hasta el moño! ¿Es que no hay otra cosa?
Una:
No sé, por ahí he visto un libro.
Otra:
¿Y cómo funciona? ¿Tiene botones como el tamagotchi o el mando de la playstation?
Una:
No sé; tiene más o menos el tamaño de un vídeo, así que si lo introduzco por la ranura del aparato quizá se vea.
Otra más:
Desde luego sois unas bestias. Un libro no funciona así: hay que ir leyendo cada renglón, una palabra detrás de otra, y cuando termina la página, se arranca y se hace una hoguera; sólo se dejan las páginas con ilustraciones.
Una:
¿Y no se pueden arrancar las páginas directamente? Parece más divertido.
Otra más:
¡Anda, pues no lo había pensado! ¿Y para qué servirá leerlos?
Otra:
Ya sé; es un conjuro de palabras mágicas como los que salen en las películas de Harry Potter, y sirve para hacer mágico el fuego.
Una:
¡Vale! ¡Quememos el libro de matemáticas!
¿Y qué vamos a hacer, si puede saberse?
Otra:
No sé... Ahora que estamos todas juntas, podíamos rezar un rosario.
Otra más (alterada):
¡Vaya con qué nos sales! ¡Una beata! No, no, que es muy largo.
Otra:
Para aburrirnos igual, prefiero hacer algo en vez de no hacer nada.
Una:
Lo que os pasa es que no tenéis imaginación. Vayamos a ver la tele.
Otra:
¡Como si ver la tele fuera imaginativo! ¿Eres tonta o qué? Siempre echan lo mismo y carretones de anuncios. La tele ya sólo la ven los idiotas.
Una:
¿Y te crees tú que rezar el rosario es el colmo de la imaginación, o qué?
Otra más:
Vamos, vamos, no os peleéis por tan poca cosa. Pongámonos a dibujar, por ejemplo.
Otra:
¡Dibujar! ¡Estoy harta de dibujar! ¡Hasta las narices de dibujar! ¡Hasta el moño! ¿Es que no hay otra cosa?
Una:
No sé, por ahí he visto un libro.
Otra:
¿Y cómo funciona? ¿Tiene botones como el tamagotchi o el mando de la playstation?
Una:
No sé; tiene más o menos el tamaño de un vídeo, así que si lo introduzco por la ranura del aparato quizá se vea.
Otra más:
Desde luego sois unas bestias. Un libro no funciona así: hay que ir leyendo cada renglón, una palabra detrás de otra, y cuando termina la página, se arranca y se hace una hoguera; sólo se dejan las páginas con ilustraciones.
Una:
¿Y no se pueden arrancar las páginas directamente? Parece más divertido.
Otra más:
¡Anda, pues no lo había pensado! ¿Y para qué servirá leerlos?
Otra:
Ya sé; es un conjuro de palabras mágicas como los que salen en las películas de Harry Potter, y sirve para hacer mágico el fuego.
Una:
¡Vale! ¡Quememos el libro de matemáticas!
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