martes, 9 de octubre de 2007

La luz y dos versos de Bécquer



Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas
mientras haya un misterio para el hombre
¡habrá poesía!

Siglo mezquino es éste, y prueba de ello es que voy a desinflar la bienintencionada afirmación de mi querido amigo Gustavo Adolfo Domínguez Bastida en estos versos, más conocido como Bécquer, el de ojos azules como la poesía que no encontró.


Él lo comprenderá; le voy a quitar el misterio y, por tanto, la poesía a estos versos. Las ondas, es decir, las olas, palpitan encendidas por el beso de la luz. Pero los ojos de Bécquer eran ojos de pintor -dejemos aparte el hecho de si tenía los ojos azules o no- más allá del ut pictura poesis de Horacio, un pintor muy sensible a la belleza de los fenómenos lumínicos; Bécquer había estudiado matemáticas, óptica y náutica con el deseo de empezar una carrera en la marina militar; sus parientes eran pintores y, él mismo, un dibujante nato excelente, como su otro yo y hermano Valeriano, quien llevó más lejos esa pasión convirtiéndose de hecho en un famoso pintor. Es, pues, desde un punto de vista meramente óptico, científico y no poético, y técnico más que artístico, como ha de ser leído este pasaje de Bécquer para que quede en los huesos su poesía. Se trata de la descripción de un fenómeno visual bien conocido. El siguiente.


Todos podemos observar en una piscina, en un puerto, en las aguas de un río o en una extensión  cualquiera de agua recogida, cómo  palpita la imagen redonda del sol en el agua mecida por el viento, semejante al aleteo de una mariposa blanca o a la sístole y la diástole de un círculo de luz que no deslumbra, círculo deformado en forma de un corazón por ese movimiento. Es lo que intenta describir el poeta, aunque no os hayáis parado a pensar tal cosa, si habéis sido llevados por el sonsonete de la rima y no por el ritmo de las ideas, leyendo como no se debe leer la poesía, apresuradamente. Dos cosas hay que explicar aquí: por qué la luz del sol no deslumbra si se ve reflejada en el agua y de qué manera se produce ese resol o riela tan estimulante como hermoso.


¿Qué fenómeno físico aminora la intensidad de la reverberación? Que parte de la luz del sol traspasa y se refracta hacia abajo, con lo que la luz reflejada hacia la vista es menos intensa y no la daña con un deslumbramiento: lo que vemos brillando es la imagen del sol deformada y reflejada hacia arriba, o más bien una sucesión de imágenes deformadas proyectadas por una serie discontinua de lentes cóncavas y convexas formadas por las olas de agua que reflejan el disco solar: más dilatadas y grandes en el caso de las convexas, más reducidas y pequeñas en el caso de las cóncavas, por lo que la fluctuación de los senos y cimas de las arrugas que produce en la piel del agua el viento simula el palpitar de un corazón, el aleteo de una mariposa de luz, el misterio de Bécquer al fin desvelado y ¡por desgracia!, un misterio y poesía menos en este mundo mezquino, calculador y frío, que es el nuestro.

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