El profesor anuncia al comienzo del curso que antes de su finalización hará un examen sorpresa, esto es, sin previo aviso y sin que nadie pueda determinar por anticipado cuándo va a acontecer. El alumno Fulanítez convence a sus compañeros de que tal examen no se hará nunca con el siguiente argumento: “un examen como el propuesto no podría hacerse el último día del curso, porque si se dejaran pasar todos los días de clase salvo el último sin hacer el examen sorpresa, podríamos predecir sin dificultad que se hará ese último día, pero entonces el examen no tendrá nada de sorpresivo. Ahora, siendo ello así, tampoco puede hacerse este examen el penúltimo día de clase, porque entonces, sabiendo que no puede ser hecho el último día, y si sólo restan dos días de clase, entonces podremos predecir con facilidad que el examen se hará ese día. Argumentos similares obligan a descartar todos los días de clase, de modo que no puede haber examen sorpresa”. Al día siguiente el profesor hace el examen sorpresa y todos los alumnos son suspendidos, empezando por Fulanítez, a quien además sus compañeros le propinan una tremenda paliza.
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