La función del escritor, me refiero al que es escritor verdadero hoy en día, es incómoda y maloliente; no porque consista en cagarse a diestro y siniestro en lo más sagrado, sino porque, si el escritor es serio, consciente y preocupado, se reduce a un mero desentierro de muertos escondidos y bastante putrefactos, para insuflarles algún hálito de vida, por más que no sea sino la sucedánea del zombi; ocupado en esta impía y pestilente tarea durante unos días me fui a leer el que yo suponía ilegible (los curas escriben muy bien, se nota que eso de escribir un sermón al día educa la prosa) Boletín del Obispado de las Órdenes Militares o de Ciudad Real en el Archivo Diocesano, y ahí, más concretamente en el núm. 15 del 16 de mayo de 1894, a fines del siglo XIX, págs. 157-162, me topé de manos a boca con la escandalizada "Censura de los libros editados por D. Saturnino Calleja", escrita por una junta de curas de orden de su amo y señor, el muy eminente y reverendísimo obispo de Madrid, y reproducida con gozo por su seguidor ciudarrealeño (esto de copiarse los unos a los otros es muy propio de toda corporación).
Hasta aquí, bueno; es lógico pensar que ciertos curas (no todos, porque yo a la mayoría de los curas los aprecio de verdad y son gente muy sacrificada) no tengan otra cosa que hacer que poner braguetas a los resucitados del Juicio Final; se ve que les va esa marcha; lo que ya no me parece tan normal son las listas de cuentos infantiles prohibidos por ellos: peligrosísimos, Blancanieves, El enano encantador, La almendrita, Barba azul, El anciano solitario, Un amigo de los niños y Un novio encantado, y absolutamente prohibido El soldadito de plomo, de Andersen, El príncipe simple, El príncipe y la ondina, Rafael, y Lo que está haciendo el Diablo. ¡Dios mío! ¡Qué mentes más enfermas las nuestras! Vamos... vamos a ver: El anciano solitario... hum ¿un viejo verde? ¿Un exhibicionista? El amigo de los niños... ¿Un pederasta? La almendrita... Ejem; no, no... Tengo que leer más cuentos infantiles, este no lo conozco... Vaya, es de Andersen; resulta que la casan a la fuerza con un sapo y lo abandona... Eso no es muy cristiano; luego la hacen amante de un escarabajo que la abandona; ¡terrible! Y luego sirve de criada en casa de una rata, que le busca de novio a un comadreja rico y ladrón... Y urde algo para acabar con él. Etcétera; tiene más maridos que Elizabeth Taylor... Esta Almedrita es todo un dramón social. Blancanieves... eso de besar mujeres dormidas y en camisón no es pecata minuta, sobre todo si montan orgías con enanos. Hablando de enanos: El enano encantador... De los enanos, mejor no hablar: parecen niños y no lo son, y tienen cosas que no pueden ser de niño... Barba azul: eso de casarse varias veces no está admitido por la iglesia; lo de menos es que, siendo como era el tal barba azul católico practicante, las degüelle después para poder casarse como viudo otra vez; esto de la violencia de género no lo tocaba por entonces la iglesia, como lo del sacerdocio femenino, que permitiría al otro sexo poder hacer, por ejemplo, censuras de libros... Sigamos, ahora con los absolutamente prohibidos: El soldadito de plomo; me rasco la cabeza ¿dónde está el mal? ¿En que el soldadito mirara la pierna única de la bailarina? ¿En la bailarina, ya que era mujer? ¿En la cojera del bravo militar? ¿En el fornicio, conociola o bestia de dos lomos entre impedidos y tarados? ¿En levantar la pierna en el paso que denominan los que saben de esto el arabesco? ¿En que Andersen era homosexual? (Lo era) ¡Buf! Me falta teología para elucidar o apaladinar la cuestión. Quizá se trate de la demasiado sugerente ilustración del cuento de Calleja, despues de todo. El príncipe simple... El príncipe y la ondina... muy monárquicos los curas, se ve, sobre todo cuando los Alfonsitos XII y XIII se dedicaban al fornicio continuo con actrices, sopranos y otras gentes más corteses que sanas. Lo que está haciendo el Diablo... Rafael... No sé. ¿Y por qué no sé? No sé.
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