"España invierte un montón de dinero en la formación de doctores para Reino Unido y Alemania", dice un investigador. No existe una carrera investigadora en España, que siempre vio como algo rara a esa gente cuya única vocación es arrancar secretos a la naturaleza o al pasado. Se ve que no está bien visto solucionar problemas, sólo crearlos. Otra frase afortunada: "España es un país que exporta científicos e importa futbolistas". Y todavía peor, al autor de la segunda de las frases su ingenio, bastante normal entre los que se dedican a usar el coco, le valió no una recompensa, sino la expulsión de su puesto laboral. ¿Curioso, no? ¿Cómo habría que premiar a los que permiten semejante situación? ¿Con una patada en el culo o con la Real Orden de Carlos III? Como dice un artículo publicado hoy en El País, el sector privado ofrece más: "Amigos míos que se buscaron trabajos de mala manera al terminar tienen ahora su casa o su familia; yo ni me lo he podido permitir, llevamos un retraso social notable".
Él regresará en breve con un contrato "razonable". Desde luego, no ha seguido el consejo de Javier Sáez Castresana, director de la Unidad de Biología de Tumores Cerebrales en la Universidad de Navarra y autor de un reciente artículo titulado Diez razones para que investigadores españoles en el extranjero no vuelvan. Entre ellas, cita la inexistencia de una carrera científica -con excepción del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-, la falta de personal de apoyo para las tareas más burocráticas, la dificultad para formar un grupo investigador, la escasa financiación básica o el exceso de carga docente. "En nuestro país un premio Nobel no llegaría a catedrático si sólo hace investigación y no da clases de alguna asignatura de licenciatura", censura.
Lo último ha cambiado. En la nueva Ley de Universidades, aprobada este año, se permitirá por vez primera la contratación de personal investigador sin obligarle a sacrificar ni un minuto a la enseñanza. Pero falta el decreto para definir la carrera en los organismos públicos y la modernización de la ley de Ciencia. "Si exportamos más de los que importamos quiere decir que formamos buenos científicos", contrapone. "Creo que ya no se da la fuga de cerebros, se da movilidad de cerebros y eso es positivo". Quintanilla no sólo aspira a recuperar a los idos, sino a captar extranjeros potentes.
Él regresará en breve con un contrato "razonable". Desde luego, no ha seguido el consejo de Javier Sáez Castresana, director de la Unidad de Biología de Tumores Cerebrales en la Universidad de Navarra y autor de un reciente artículo titulado Diez razones para que investigadores españoles en el extranjero no vuelvan. Entre ellas, cita la inexistencia de una carrera científica -con excepción del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)-, la falta de personal de apoyo para las tareas más burocráticas, la dificultad para formar un grupo investigador, la escasa financiación básica o el exceso de carga docente. "En nuestro país un premio Nobel no llegaría a catedrático si sólo hace investigación y no da clases de alguna asignatura de licenciatura", censura.
Lo último ha cambiado. En la nueva Ley de Universidades, aprobada este año, se permitirá por vez primera la contratación de personal investigador sin obligarle a sacrificar ni un minuto a la enseñanza. Pero falta el decreto para definir la carrera en los organismos públicos y la modernización de la ley de Ciencia. "Si exportamos más de los que importamos quiere decir que formamos buenos científicos", contrapone. "Creo que ya no se da la fuga de cerebros, se da movilidad de cerebros y eso es positivo". Quintanilla no sólo aspira a recuperar a los idos, sino a captar extranjeros potentes.
Acabo de leer la entrevista con la ministra de Educación y Ciencia. Está ciega, no físicamente, sino intelectualmente, como la mayoría de los políticos españoles. Es una tara que trae el cargo de político español desde el siglo XIX y que ya definía en sus Memorias prohibidas Carlos Luis Álvarez. Para solucionar un problema primero tiene uno que ser consciente de que existe un problema, ya lo dice el dodecálogo de los alcohólicos anónimos, que todo político español y político en general debería conocer (¿empinarán el codo más a menudo de lo que parece?) No hay remedio, estamos, perdidos.
Anexo: Los doce pasos
1. Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos el problema, y que nuestra vida se había vuelto ingobernable.
2. Llegamos a creer que un Poder Superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.
3. Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de un poder superior, según nuestro propio entendimiento de él.
4. Sin temor, hicimos un sincero y minucioso inventario moral propio.
5. Admitimos ante el poder superior, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas.
6. Estuvimos enteramente dispuestos a que un poder superior eliminase todos estos defectos de carácter.
7. Humildemente pedimos al poder superior que limpiase nuestras culpas.
8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado, y estuvimos enteramente dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos.
9. Reparamos directamente el mal causado a estas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiere infligido más daño, o perjudicado a un tercero.
10. Proseguimos con nuestro inventario moral, admitiendo espontáneamente nuestras faltas al momento de reconocerlas.
11. Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto consciente con un poder superior, según nuestro propio entendimiento de él, y le pedimos tan sólo la capacidad para reconocer su voluntad y las fuerzas para cumplirla.
12. Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas y a practicar estos principios en todas nuestras acciones.
2. Llegamos a creer que un Poder Superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.
3. Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de un poder superior, según nuestro propio entendimiento de él.
4. Sin temor, hicimos un sincero y minucioso inventario moral propio.
5. Admitimos ante el poder superior, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas.
6. Estuvimos enteramente dispuestos a que un poder superior eliminase todos estos defectos de carácter.
7. Humildemente pedimos al poder superior que limpiase nuestras culpas.
8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado, y estuvimos enteramente dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos.
9. Reparamos directamente el mal causado a estas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiere infligido más daño, o perjudicado a un tercero.
10. Proseguimos con nuestro inventario moral, admitiendo espontáneamente nuestras faltas al momento de reconocerlas.
11. Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto consciente con un poder superior, según nuestro propio entendimiento de él, y le pedimos tan sólo la capacidad para reconocer su voluntad y las fuerzas para cumplirla.
12. Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas y a practicar estos principios en todas nuestras acciones.
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