martes, 22 de enero de 2008

El cerebro crea su propia realidad

Un cruel pero curioso experimento realizado en Gran Bretaña y que sometía a voluntarios a privación sensorial de vista, oído y tacto ha demostrado que el cerebro, privado de todo estímulo, se crea su propia realidad mediante el procedimiento fabulatorio de la alucinación, tanto sonora como auditiva. El cerebro puede crear resonancias involuntarias que reemplacen, quizás placenteramente, la realidad. ¿Es eso lo que ocurre tras la muerte? Es improbable. Copio la noticia:

Según relata este psicólogo, dos de los encerrados pasaron la mayor parte del tiempo durmiendo, aunque en el resto de los casos, los efectos del encierro no tardaron en aparecer. Una de las jóvenes, por ejemplo, llegó a convencerse de que las sábanas de su cama estaban mojadas, aunque ella misma comprobaba que no era así. Tres de los participantes sufrieron además graves alucinaciones visuales y auditivas (veían serpientes, cebras o montañas de ostras, según el caso) y, en general, todos comenzaron a pasear intranquilos por la habitación a partir de la segunda jornada. "Como rebaño encerrado", según describe en declaraciones al diario The Times

'Cuando el cerebro no recibe estímulos es capaz de crear su propia realidad'


"Este tipo de experimentos demuestran que cuando al cerebro se le cortan las vías con el exterior, los impulsos normales que recibe a través de los sentidos, es capaz de crear su propia realidad", explica a elmundo.es el doctor Jesús Porta, vocal de la Sociedad Española de Neurología. "Es el mismo fenómeno que solemos ver en algunos pacientes con lesiones de la vista o del propio cerebro", añade, "que pese a no poder ver nada físicamente, sí pueden 'ver' flores o agua a su alrededor".


En algunos casos anteriores se han visto, según describe este especialista, múltiples síntomas somáticos derivados del encierro: "como malestar general, vómitos, dolores, etc...". A su juicio, estas pruebas demuestran que la deprivación sensorial provoca cambios psicofisiológicos en el cerebro, que también produce cambios "en el modo de relacionarse con el propio cuerpo y con los demás".

Algunas facultades alteradas

A pesar de que los especialistas consideran que la breve duración de este encierro televisivo (sobre todo si se compara con otras experiencias reales más traumáticas) es clave para que los voluntarios no sufran secuelas a largo plazo, los seis experimentaron algunos trastornos psicológicos a la salida.

El profesor Robbins comprobó por ejemplo, que la memoria de uno de ellos, cartero de profesión, se redujo hasta un 36%. Los cuatro participantes varones, uno de ellos cómico, se mostraron más sensibles a su salida del experimento; aunque curiosamente no les ocurrió lo mismo a las dos mujeres. Finalmente, todos tuvieron dificultades para recordar alguna palabra que empezase por la letra F.

El psicólogo británico considera que estos efectos, incluso transcurrido un aislamiento tan breve, pueden deberse a que las ramificaciones de las células nerviosas encargada de transmitir los estímulos (las dendritas) pierden su capacidad para 'conectarse' unas con otras si no se estimulan de manera constante.

"El cerebro es un increíble procesador de información", justifica Robbins, "pero en ausencia de estímulos externos genera sus propios datos, sus propias imágenes; que explicarían el porqué de las alucinaciones y de la visión alterada de la realidad que experimentan estas personas".

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